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Alfredo Sadel, inmenso e irrepetible

"Ha sido el más grande ídolo que ha producido Venezuela, un país donde ciertamente no se hacen ídolos"

 Cuando lo vi por primera vez, yo era apenas un adolescente y fue en Valle de la Pascua que celebraba una de sus primeras ferias agropecuarias y ese festejo había despertado las simpatías de todos sus habitantes que esperaban expectantes el desarrollo de los acontecimientos. Y es que en lo que tuvo que ver con la parte musical, los organizadores del histórico evento no escatimaron esfuerzos en la invitación que se hizo a los artistas de mayor renombre con que contaba el país en ese entonces. De ahí que la noche pautada para la estelarísima presentación desfilaron por el escenario llanero una constelación que era encabezada por la primerísima figura de Alfredo Sanchez Luna. Recuerdo que me ubiqué muy cerca de la tarima y allí estaba el cantante con su imponente y alegre presencia y que el público abarrotado en el lugar no quitaba sus ojos de admiración del singular intérprete y de los colegas que lo acompañaban, donde destaba también Mario Suarez, Mayra Martí y Trino Mora, entre otros estelarísimos. Y es imposible olvidar cuando Sadel tomó la palabra y después del saludo hizo una cordial invitación a los que colmaban el sitio e instó a cualquiera que tuviera condiciones para el canto a que subiera al escenario para darle la oportunidad. Fue entonces cuando mi ímpetu de muchacho campesino y algo travieso, me movió a levantar la mano y mirándome el tenor me preguntó: "¿Tú quieres venir? Ven, sube". Eso me estremeció y me puso tan nervioso que no me quedó más remedio que alejarme de allí y confundirme entre la multitud. No puedo dejar de resaltar que ese día inolvidable se presentó Salvador González, como una especie de representación de los artistas del pueblo vallepascuense, y recuerdo que interpretó una canción que estaba sonando mucho en el país en la voz de don Mario Suárez. Aquello produjo revuelo en la audiencia y tronaron los aplausos y la aceptación popular. Fue visible la grata impresión que causó González en los otros artistas que visitaban el lugar.

Ahora, dando por descontado que Alfredo Sadel es harto conocido -aunque no sé si deba hacerse la excepción entre los jóvenes de esta época- me permito llevarles algunas referencias y anécdotas de este singular venezolano que fueron investigadas y recogidas en el excelente libro que publicó recientemente el escritor Carlos Alarico Gómez, cuyo esfuerzo merece todo el reconocimiento del mundo. Cuando Sadel todavía no había llegado a la mayoría de edad, el ambiente musical venezolano era uno de los mejores de cualquier época y los más reputados exponentes de la canción se daban cita en nuestro país. En una ocasión el caraqueño -con apenas quince años- quiso ver la presentación de Néstor Chayres y Los Panchos, y burló la vigilancia, pero fue descubierto y expulsado del teatro. Cuando lo llevaban venía Ángel Sauce, maestro de la música, y lo recriminó diciendo: "Joven, eso le pasa por no hacerme caso, ya le he dicho otras veces que no debe molestar a los artistas". El muchacho le respondió respetuoso: "Esta bien, maestro, pero recuerde que algún día yo seré un artista y entonces tendrá usted que acompañarme". Y en efecto, así fue años más tarde.

Sadel conoció a Juan Arvizú y a Tito Schipa. Arvizú fue conocido como "el tenor de la voz de seda" y Schipa, célebre tenor italiano, al escuchar cantar al caraqueño, le expresó: "Usted triunfará". En otra ocasión, El tenor favorito de Venezuela se presentó en Caracas y cuando modulaba la estrofa de la canción Magia Blanca: "Quisiera ser un mago...", escuchó desde el fondo de la sala que gritaban "aquí está tu varita...". Sadel llamó a su hermano y le pidió que "cazara" al intruso y al final del evento, le preguntó: "¿Qué pasó, conseguiste al tipo?". Y recibió la respuesta: "Sí, lo conseguí y lo saqué. Pero no me mostró ninguna varita, porque si lo hubiera hecho le doy su conchazo".  El cantante lo celebró con una carcajada. En uno de sus regresos a Caracas, el intérprete de "Ansiedad" fue invitado a un homenaje que le hacían a Susana Duim, quien había ganado el Miss Mundo. También estaban invitados César Girón, Chico Carrasquel y Aldemaro Romero. Al finalizar el acto fueron invitados a cenar y Girón, en cuya camioneta andaban, se estacionó en un lugar prohibido y de inmediato llegó un fiscal de tránsito que les dijo: "Señores, no pueden estacionar el carro allí". Entonces el diestro, con mucha paciencia, le respondió: "Dígame una cosa, señor fiscal, ¿usted no sabe quién soy yo? Y el fiscal le dijo: "No, no lo sé". Y Girón, fingiendo cierta preocupación, lo increpó de nuevo: "Y no me diga que tampoco sabe quienes son las personas que me acompañan". Y el imperturbable fiscal le volvió a decir: "No, tampoco sé quienes son". El torero envalentonado le dijo enfático: "Pues, sepa usted que esta señorita es la mujer más bella del mundo; este caballero a mi izquierda es Carrasquelito, el mejor campo corto del mundo; el que está a mi derecha es Alfredo Sadel, el mejor cantante del mundo; el que está a su lado es Aldemaro Romero, el mejor director de orquesta del mundo; y yo soy César Girón, el mejor torero del mundo". El fiscal bajó la mirada y esto fue aprovechado por los famosos para entrar al negocio. Horas después salieron de comer y se encontraron con una multa en el parabrisas y una nota que decía: "Y esta multa la firmo yo, Pedro Martínez, que soy el mejor  fiscal de tránsito del mundo".

Bien sabido es que el hijo de la parroquia San Juan, en Caracas, triunfó en el cine mexicano y en una de esas películas protagonizó, teniendo como segunda figura al famoso intérprete de canciones rancheras Miguel Aceves Mejía, quien no estaba a gusto teniendo al venezolano primero que él en los créditos y al final terminaron cayéndose a golpes, pero después terminarían en una gran amistad que perduró. De Sadel dijo el crítico cubano, Ramón Calzadilla: "En mi opinión es una de las cinco voces de tenores más bellas del mundo".

Por Eduardo Correa












 

Comentarios

  1. ¡Excelentes anécdotas del tenor favorito de Venezuela! No me acordaba de la antepenúltima anécdota; muy buena. Saludos.

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