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Historia del peligro de ciertas vacunas




Historia del peligro de ciertas vacunas


Por  Eduardo Correa


   

       Atrás quedó aquella expresión que le decían a uno en el barrio cuando contaba algo que, en razón del interlocutor, parecía inverosímil. Y es que inmediatamente te espetaba: “Eduardo, estas viendo muchas películas últimamente”. Y aquello era acompañado de las infaltables carcajadas. Pero con el tiempo, como dice el eslogan de un conocido canal de TV, “la ficción supera  la realidad”. Veamos  el por qué de este brevísimo exordio. En enero de 2010, participando en el Foro Económico Mundial de Davos, el señor Gates –sí, Bill Gates, el mismísimo  magnate de Microsoft y uno de los hombres más ricos del mundo-  anunció que su fundación donaría, durante la próxima década, diez mil millones de dólares a la fabricación y entrega de nuevas vacunas para niños de países  de poco o ningún  desarrollo. A  simple vista resulta una formidable cantidad de dinero y la misión noble, ¿verdad? Sin duda alguna. Y es que la fundación Bill y Melinda Gates es miembro fundacional de algo que se llama GAVI, que no es otra cosa que una Alianza Global para la Vacunación e Inmunización, en sociedad con el Banco Mundial, la OMS y la industria de la vacuna.  A lo mejor,  a alguien puede resultarle algo tenebroso esos nombres. Pero no me adelantaré, aun.  Y como dije arriba, uno de sus grandes “objetivos” es vacunar a cada niño recién nacido en los países del tercer mundo, o sea, las naciones más pobres y donde abundan los “pelados” por esas calles. Y usted dirá, casi seguro, que es una buena causa y que algunas de esas instituciones  y quienes las conforman son unos verdaderos filántropos o bienhechores de la humanidad. Pero fíjese ahora en esta otra perla. En el año 2009, el Time, reputado periódico de la ciudad de Londres, informó que algunos de los hombres más ricos del planeta habían realizado una reunión en Nueva York para analizar una de “sus causas favoritas, y entre los asistentes se podía contar a Bill Gates, David Rockefeller, Ted Turner, George Soros, Michael Bloomber, entre otros “pobrecitos”. Ya estará usted preguntándose que fue lo que trató esta gente en esa reunión donde es lógico suponer que no faltó jamás comida y bebida de las más ricas, exuberantes y sabrosas, ¿no es verdad? ah, y faltaba agregar que de las más exquisitas,  privilegiadas y ¿exóticas? también,  y a las que poquísimos mortales podrían acceder. Vaya distinción y caché, ¿no? Bueno, se dice y comenta que el norte de la conversación versó sobre cómo reducir la población mundial. Nada más y nada menos. ¿Reducir la población mundial?    ¿Y cómo se mastica eso? Se preguntará su mente sorprendida. Pero, supuestamente ese fue el planteamiento: reducir a los pobladores del planeta, porque esta pléyade,  poderosos del dinero, según y que sostienen que en la tierra “hay mucha gente” y debe restársele un gentío,  y  una de “las buenas maneras” de gastar su dinero –el de esos ricachones-  seria en esa “noble causa”. ¿Qué le parece? Ya estará a punto de decirme qué filmes suelo ver por estos días, ¿no es así? Pero, tranquilo, que la película sigue. Y es que muchos desconocen que a la industria de las inoculaciones  se les ha “cazado”, en reiteradas ocasiones, “forzando” vacunas de alta peligrosidad en  poblaciones del orbe  que más carecen de bienes o  depauperadas. Es decir, vacunas cuyo contenido no está claro ni examinado por autoridades independientes, científicas y honestas.



    ¿Las partes más escabrosas del relato  tienen  que ver con los propósitos ¿o despropósitos? de esas personas súper millonarias? En verdad, ¿quién soy yo para asegurarlo? Pero sí puedo terminar apuntando que existen algunas organizaciones en el mundo que han sugerido que el verdadero fin de algunas famosas vacunas es enfermar más a las personas, hacerlas más susceptibles,  alterar y dañar de tal forma la salud  que causen muertes prematuras. De terror,  ¿cierto? Pero no entre en pánico, investigue.




    Y finalmente, está circulando el libro “El silencio de mi hijo”, de Sandra Ormazabal, relacionado con el tema de las vacunas y los daños ocasionados en los chicos.

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