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Al son de su arpa conquistó el mundo

Al son de su arpa conquistó el mundo

Por  Eduardo Correa

         El arpa, singular instrumento musical antiguo, tiene muchos ejecutantes notables. Por ejemplo, y como se sabe, Venezuela es cuna de innumerables arpistas que han maravillado con su música genial, no solo a l país, sino allende las fronteras. Pero, a quien voy referirme de modo especial no nació en esta latitud. El personaje en cuestión vio vida en una isla, la más grande de las Antillas que es Cuba y responde al nombre de Alfredo Rolando Ortiz. No se formó allí, sino que desde muy joven emigró a Venezuela contando apenas once años de edad. Una vez en nuestro suelo se dio la mano con el joven venezolano y compañero de escuela, Fernando Guerrero Briceño, quien ya era un aventajado ejecutante del arpa y conocedor profundo del instrumento, le enseñó en lo tocante al género popular. Valga decir que sobre Guerrero Briceño no abunda la literatura que dé a conocer de forma amplia su obra musical y los logros que existen alrededor de ella, y eso ha llevado a que permanezca prácticamente en el anonimato y desconocido por esta generación, y debe admitirse que es muy triste y lamentable, ¿cierto?
      
El inquieto Ortiz conoció después a Alberto Romero, respetado músico y conocedor del arpa paraguaya, con la cual se identificó plenamente y profundizó en su estudio. Debe expresarse que nada más al comenzar Ortiz su desarrollo musical demostró su habilidad y virtuosismo con el arpa y de una vez despertó la atención de sus maestros y de todos aquellos que lo escuchaban tocar. Su dominio de la técnica crecía cada vez más sorprendiendo gratamente a todos y de inmediato empezó a ser respetado, admirado y seguido. Sus acordes, armonía y sones musicales comenzaron a cautivar los corazones y su fama fue rápidamente in crescendo. Marchaba feliz al compás de su espectacular música, cuando despertó en el otro amor: la medicina, y se marchó a Colombia a estudiar. En ese país combinó su arte con sus estudios de medicina, se hizo profesional del arpa y grabó su primer disco que fue exitoso. Poco tiempo después alcanzó el grado de médico y ejerció las dos carreras, para marchar luego a los Estados Unidos en busca de más conocimientos y se especializó en musicoterapia.   
        
Es prolijo enumerar la trayectoria y los logros alcanzados por el singular y aclamado arpista Alfredo Rolando Ortíz. El mundo y la mayoría de su cultura musical, por extrañas y complicadas que fuesen, se vieron reflejadas y sonadas en el arpa de Ortíz, en extraordinarias interpretaciones que deslumbraron a propios y extraños. Y ni hablar de un joropo o pasaje llanero venezolano o colombiano, incluyendo vallenato, boleros o cumbias. Aunque Ortiz hizo especial énfasis y dedicación en la música paraguaya y su extenso repertorio. Y es imposible olvidar su famosa, impecable y hermosa versión del “Pájaro campana” que le dio la vuelta al mundo. Asimismo,  evolucionó en el género clásico y orquestal, demostrando genialidad en sus exquisitas interpretaciones.  
      
En 2007 Ortiz fue invitado a componer una pieza que se estrenó en el Décimo Congreso Mundial del Arpa, en Holanda. Su composición fue interpretada por 232 arpistas en escena y con ello rompió el récord Guinness de “arpas conjunto”. Había allí, en el auditorio, no menos de un millar de arpistas de todo el mundo. Asimismo, ha sido invitado a varios congresos mundiales de arpa, dictado conferencias alrededor del globo terráqueo, escrito libros y actuado para público de todas las edades. Dedicó a Venezuela una selección musical que tituló “Clásicas de la canción llanera”, donde incluyó su versión de “Pasillaneando”, del doctor José La Riba, que es extraordinaria. Y como nota final, mi esposa que escuchaba conmigo ese especial trabajo musical aludido, solo atinó a decir: “Eduardo, ese señor toca demasiado bello”. Nos sonreímos y afirmamos moviendo nuestras cabezas.


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