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Mostrando entradas de septiembre, 2014

Otra conversación con el economista

  Otra conversación con el economista     Por   Eduardo Correa            En la tercera conversación con mi amigo el economista sobre el anunciado aumento de la gasolina, quise que tocáramos un poco lo concerniente a la historia del subsidio y algunas de sus características. Después del saludo habitual, soltó: ¿Cuántas conversaciones llevamos? Le respondí que apenas un par de ellas y agregué, a modo de broma, que el tema estaba tan crudo como el petróleo mismo, y con su proverbial buen humor asomó que sobre eso del subsidio y de su historia, era mucho el venezolano de a pie y montado que no tenía conocimientos suficientes. Es lo que temo, dijo. Y puso otro ejemplo: “Igualmente creo que son muy pocos los hijos de Bolívar que saben cuantos litros de petróleo tienen un barril. Todo el mundo escucha o lee que el barril de crudo cuesta tanto, que bajó o subió, pero hasta ahí”. Y mirándome fijamente preguntó: “¿Tú sabes cuantos litros tiene un barril de petróleo?” –“Bue

El caraqueño que se hizo llanero ejemplar

  El caraqueño que se hizo llanero ejemplar   Por   Eduardo Correa          ¿Aquel niño caraqueño estaba destinado a crecer en la populosa ciudad   de los techos rojos? ¿La ciudad que se convertiría después en ruido y selva de cemento le acogería para siempre? De ninguna manera. La vida le prepararía a Juan Vicente Torrealba otro entorno, en donde debía escuchar, en vez del ruido de autos y las algarabías cotidianas de la gran capital, el trino de la paraulata, el canto hermoso del ruiseñor, del turpial y otras aves cantarinas del llano. Y así fue. De niño lo llevaron a predios guariqueños, a Camaguán y a un hato llanero conocido como Banco Largo, en las afueras del entonces caserío. ¿Podría pensarse que su misión sería captar en su mente, oído y   corazón el sonido melodioso y singular de esas típicas aves? ¿Y   entremezclarlo delicada y sabiamente entre las cuerdas sonoras de sus instrumentos musicales y originar dulces y hermosas melodías? Pensarlo sería válido, y adem

¿Qué significa el aumento de la gasolina?

¿Qué significa el aumento de la gasolina (1) Por   Eduardo Correa        Esta opinión sobre el aumento anunciado de la gasolina me la pidieron y yo quería darla. Pero aunque no me la hubiesen pedido y yo no quisiera emitirla, aun así estaría obligado a hacerlo. ¿Por qué? Pudiera preguntar cualquiera. Y habría que responder, que, simplemente, porque es un tema que nos atañe, y sobre todo, en nuestra condición de condueños del bien puesto en el tapete. Si, condueños, ¿suena echón, verdad? Pero es así. Y puede parecer una aseveración de Perogrullo o más exactamente una perogrullada, empero da la impresión de que todavía no hemos caído en el convencimiento total de esa realidad propietaria. Y hay algunas razones que nos conducen a ello. ¿Cuáles? Pues, el despilfarro y el uso desenfrenado del recurso por parte de quienes poseen vehículos y otro tipo de maquinas que requieran combustible, cosa esta harto sabida, pero no por ello sensata, y además por aquello que siempre de

¿Se subsidia a los que más tienen?

¿Se subsidia a los que más tienen? (2)   Por   Eduardo Correa           Volví a encontrarme con mi amigo el economista y quiso retomar el tema del anunciado aumento de la gasolina que tocáramos la semana pasada. Se mostró ansioso de seguir tratando este asunto que parece interesar a todos. Su ánimo me contagió y quise contarle lo que vi en una estación de gasolina en días recientes. Estaba de tercero esperando mi turno. Le servían el combustible al dueño de una imponente camioneta de paquete que casi llegaba al techo de la estación. El azul del vehículo nuevo, idéntico al del cielo, parecían retarse por la belleza. Un marabino diría: “Que molleja de camioneta, primo”. Y un llanero preguntaría admirado: “¿Cámara, cuánto cuesta un carro como ese? Al momento de pagar su tanque full dio un billete de diez bolívares, al momento que señalaba al empleado que se quedara con el vuelto de cinco. Picó cauchos y se alejó velozmente. Los presentes nos quedamos mirando. Delante de

La historia del pez escurridizo

La historia del pez escurridizo Por   Eduardo Correa Se trata de una metáfora llanera que se aplica al militante de partido que suele cambiarse de tolda y claro está que no es la primera historia que se cuente ni tampoco la última. Y es que en este campo, los venezolanos, no todos, debe decirse con justicia, son muy dados en nadar en las distintas aguas tenebrosas de la militancia partidista sin que importe mucho el color de esas aguas, que bien pueden ser blancas   o azules o amarillentas o rojas. Hoy se está en un partido como militante activo y mañana ya se pertenece a otro. O   a un tercero, y no hay cuidado en engrosar   en las filas de un cuarto partido. O a un quinto. Qué puede importar una raya más para un tigre, suelen decir algunos. Aunque debo aclarar que en el llano no se llama al tropo señalado como en el titulo, y cuando alguien es escurridizo y difícil de coger o asir, se le dice “Guabina”, y si se pela mucho, suelen denominarlo “Guabina enjabonada”. Y