Ir al contenido principal
CARTA AL PADRE CELESTIAL


   Valle de la Pascua, 2 de enero de 20015
 
Por Eduardo Correa

Mi queridísimo Señor:


Hoy te escribo de nuevo, aunque soy consciente que lo que voy a decirte ya Tú lo sabes, y lo hago solo por plasmar mi enorme gratitud, tan grande como tu Cielo, por haberme permitido vivir otra hermosa navidad y otro nuevo año junto a mi familia. Yo, que solo soy "polvo y ceniza", Tú me diste forma y figura, me creaste para vivir esta vida y que jamás podré pagarte tan inmensa gracia y favor. Y así como a mi, has creado y seguido creando personas bellas y hermosas muy cerca de mi, tan cerca que llevan mi misma sangre y mi misma hechura divina. Me has dado familia ascendiente, descendiente, directa e indirecta, esposa, hermanos y muchas otras personas afines y allegadas, que han marcado mi vida de modo tan significativo que cada vez me maravillo de tan grande y sublime realidad. 

¿Y qué puedo hacer yo que no sea agradecerte, solo agradecerte esa singular genialidad Tuya? Yo no te veo, pero siento, toco y percibo tu obra y grandeza y tu Amor. Soy tu hijo adoptivo, Padre. Eres Dios, Único y Vivo, Todopoderoso y rey de misericordia. Me perdonas a cada rato y toleras mis pecados y no escatimas en seguir dándome oportunidad de rectificación. Eres paciente y bueno y sé muy bien que abuso de esa Tu Bondad infinita. Y no son pocas las veces que me siento triste por no saber o querer corresponder tu infinito amor. Y es que por lo dicho te prometo, abrumado por tus gracias y favores, insistir en Tu perdón. Ya sabes, soy débil creatura, necia y pecadora que vive en un mundo donde reina la tentación y el pecado. También sé que Tu no me das un peso que no pueda soportar y vencer y de allí esa lucha a diario por no perecer totalmente en lo espiritual y pones a mi disposición Tu Misericordia para no hacerme sucumbir. 

¿Por qué soy tan necio? ¿Por qué no puedo romper de una vez por todas con las cosas de este mundo? Tú me pides que viva en este mundo, pero que no me haga parte de él. Y caigo y Tú me levantas. Y vuelvo a caer y vuelves a levantarme. Y un día te cansarás y ya no volverás a hacerlo. Y yo seré el culpable por no rectificar de una vez y para siempre. Pero,  ¿sabes? Intentaré otra vez seguirte de veras y si esta vez lo digo y hago de corazón me perdonarás. Oh, Padre Celestial, Rey de reyes, lento para la cólera, en ti confío...gracias Padre Eterno...Padre nuestro que estas en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, perdona nuestros pecados. . . 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Una boda en el corazón del llano

Una boda en el corazón del llano                                 En memoria del Greco        Por Eduardo Correa       Era un día sábado, pero no recuerdo con exactitud la fecha y los años, aunque estimo que distan unos cinco lustros de algo que quiero contar. Ese día hice un viaje desde Acarigua, en el estado Portuguesa, a Valle de la Pascua, mi tierra natal. Era uno de esos tantos viajes que emprendía con cierta regularidad y que tenía como norte visitar a mi madre María Josefa, en su residencia habitual. Después de unas cinco horas de carretera ya estaba “aterrizando” en mi querido barrio Guamachal   y, como siempre sucede en el llano, al no más llegar salieron todos a recibirme con mi madre de primerita y con una   brillante y espontanea sonrisa que me “aflojó” el corazón rapidito y aumentó mucho más en cuanto nos abrazamos. Al ratito, y poco después de los saludos y abrazos de rigor, mi hermano Gregorio me dijo: “Que bueno que llegaste, pelón, porque tenemos una fie

¡Ya me estoy poniendo viejo!

¡Ya me estoy poniendo viejo! Por Eduardo Correa   El ancianito caminaba a duras penas por la acera y un joven se le acercó, diciendo: “Oiga, ¿para dónde la lleva por ahí, viejito? Y el hombre con sus años a cuestas le respondió viéndolo de reojo: “¿Y por qué me pregunta, mijito? “Bueno, quiero saber si puedo acompañarle”. Y sin detenerse en su lenta marcha respondió sin mirar de nuevo: “No, hijo nuestros caminos llevan rumbos distintos”. Y siguió sin inmutarse y sin desdén. ¿Qué quiso decir el buen hombre con eso de que eran distintos sus caminos? Muchas cosas. Incomprensibles quizás para los necios. Y es que viéndolo de otro modo, la edad adulta o mayor o anciana siempre han querido revestirla con metáforas y con aires poéticos no siempre alejados de tonos románticos. Por ejemplo, ¿Quién no ha escuchado referirse a “los años dorados? Y claro que también se habla de “Estar en una edad otoñal” para señalar a personas muy entradas en abriles, pero diciéndolo de mane

Bolívar: "¡Unión! ¡Unión! O la anarquía os devorará"

   Bolívar: “¡Unión! ¡Unión! O la anarquía os devorará”   Por Eduardo Correa La frase del título impacta, ¿cierto? Y es que hoy debe acudirse de nuevo al expediente del DIÁLOGO y revivirlo. Porque si de algo se está seguro es que una persona o grupo, por hábil que sea, no tiene el privilegio o el monopolio de la verdad o la razón y aunque esos elementos no estén exentos de ideas plausibles deben ser puestas sobre la mesa y sometidas al concurso de las mayorías de una manera creíble y que al final se tenga un resultado de las mejores posturas que satisfagan a todos –o a casi todos- y emprender así los caminos por donde la fuerza colectiva empuje hacia el mismo lado y se busquen los mismos horizontes. Y más que nunca deben dejarse de lado las posiciones personalistas o grupales y abrirse a la discusión que debe ser la insignia que marquen estos tiempos que nos toca vivir. Porque, de veras, no se trata de la supremacía de un partido o de un grupo o de cualquier sector por muy