La herencia de mis padres
por
Eduardo Correa
Dedicatoria
A mi madre doña María
y a mi padre
don Simón
“Dos luceros que siempre alumbrarán en el universo de mi vida”
Gracias papá,
gracias mamá…
.
.
Un recuerdo triste…pero alentador
(Extracto de mi novela Dios salvó mi
vida)
“Durante el trayecto a Barquisimeto mi mente estaba llena de cosas
tumultuosas en su mayoría y en medio de mi sufrimiento por momentos viajaba
rápida y mentalmente a muchos lugares y de pronto se me aparecieron unas
imágenes y un sitio que me era conocido. Las figuras eran las de mi padre y mi
madre que al sentir mi presencia se dieron media vuelta y pudimos mirarnos de
frente. Mi madre, ubicada en primera instancia, fijó su vista en mí y sus
ojitos me parecieron muy tristes y preocupados y tendía sus manos en un intento
por tomar las mías, pero no lográbamos asirnos”.
“Mi padre estaba un poco más allá y nos veía a los dos con su rostro
circunspecto y presto a cualquier movimiento. Entre nosotros soplaba una suave
brisa invernal con olor a frutas recién picadas por los pájaros. De pronto me
volví niño y salí corriendo con ganas de atrapar un pajarito azul que acababa
de posarse en un arbusto, pero mi madre se apresuró y me buscó y ahí sí pudo
tomarme, me alzó hasta su pecho y me abrazó. Aquellas imágenes, esas
sensaciones y aquel lugar hermoso desaparecieron como por arte de magia y en
instantes volví en mí, justo cuando Miriam puso suavemente sus dedos sobre mis
mejillas”.
“Mi padre fue un varón
y Simón era su nombre
y me graduó de hombre
con chaparro y mandador,
me daba clases de amor,
de ternura y amistad
y me enseñó la bondad,
el cariño y el honor”.
Índice
La herencia de mi padre
Recuerdos para mi viejo
Yo soy campesino
Un recuerdo sagrado
En otros tiempos
Las huellas de mi padre
Un sentimiento por mi madre
Madre querida
¿Cómo era el barrio Guamachal de antaño?
Yo heredé el optimismo
Ser viejo
Triste vejez
Viejitos
La vida
________________________________________________
La herencia de mi padre
¿Les digo mi profesión
y a qué dedico mi tiempo?
lo diré en un momento
préstenme mucha atención.
Mi padre fue un varón
y Simón era su nombre
y me graduó de hombre
con chaparro y mandador,
me daba clases de amor,
de ternura y amistad
y me enseñó la bondad,
el cariño y el honor.
Trabajé de sol a sol
mi escuela fue la sabana
de noche y de madrugada
sin horario y con tesón,
después de cada lección
un árbol me cobijaba
y un colibrí celebraba
chupando de flor en flor.
y a qué dedico mi tiempo?
lo diré en un momento
préstenme mucha atención.
Mi padre fue un varón
y Simón era su nombre
y me graduó de hombre
con chaparro y mandador,
me daba clases de amor,
de ternura y amistad
y me enseñó la bondad,
el cariño y el honor.
Trabajé de sol a sol
mi escuela fue la sabana
de noche y de madrugada
sin horario y con tesón,
después de cada lección
un árbol me cobijaba
y un colibrí celebraba
chupando de flor en flor.
Paraulata y ruiseñor
adornaban el descanso
y un río sabroso y manso
apaciguaba el calor.
Volvía a la lección
con tarea para rato
con peinilla y garabato
y el monte de pizarrón,
con lápiz de corazón
sacaba todas las cuentas
sumando metros de cerca
y arreglando el botalón.
adornaban el descanso
y un río sabroso y manso
apaciguaba el calor.
Volvía a la lección
con tarea para rato
con peinilla y garabato
y el monte de pizarrón,
con lápiz de corazón
sacaba todas las cuentas
sumando metros de cerca
y arreglando el botalón.
Sembraba arroz y frijol
en invierno y en verano,
a veces criando marranos
gallina, pollo y lechón.
Recesos de pescador
en el río y la laguna
buscando mejor fortuna
con guabina o con pavón,
mi compañero fue el sol
y la tierra mi fortuna,
hermosas noches de luna
me llenaban de ilusión.
Mi padre fue el profesor
en la escuela de la vida
y pido a Dios lo bendiga
por darme su protección.
en invierno y en verano,
a veces criando marranos
gallina, pollo y lechón.
Recesos de pescador
en el río y la laguna
buscando mejor fortuna
con guabina o con pavón,
mi compañero fue el sol
y la tierra mi fortuna,
hermosas noches de luna
me llenaban de ilusión.
Mi padre fue el profesor
en la escuela de la vida
y pido a Dios lo bendiga
por darme su protección.
Recuerdos para mi viejo
Yo te recuerdo papá
todos los
días del mundo
y aunque
no estemos juntos
tu
recuerdo siempre está,
hoy hablé
con mi mamá
y fuimos
al campo santo
ella te
quiso tanto
que a
veces se pone a llorar.
Me
enseñaste a caminar
y guiaste
mis primeros pasos
y con
mística y abrazos
me
enseñabas lo demás,
y no
olvidaré jamás
cuando
conmigo jugabas
y al final
me abrazabas
con cariño
y con bondad.
Te
acompañaba mamá
en la
firme educación
y ponías
el corazón
del padre
que supo amar,
y desde
una corta edad
me guiabas
con tus consejos
y ojalá yo
llegue a viejo
teniendo
tu dignidad.
Me
enseñaste a respetar
y con ello
a los vecinos
y decías
que los amigos
se debían
considerar,
por eso y
mucho más
siempre
estarás en mi mente
y en los
recuerdos de siempre
por los
años vivirás.
Un recuerdo sagrado
Hay un recuerdo sagrado
y un recuerdo bonito
que desde que era muy chico
lo recuerdo con agrado,
y así pasen muchos años
se mantiene imborrable
el cariño por mi padre
y sus palabras sin engaños.
Era un caporal del llano
que guiaba en noches de luna
llevando como fortuna
al Dios Padre Soberano,
fue guía de mis hermanos
trabajador incansable
gentil con nuestra madre
respetuoso y humano.
Como ferviente cristiano
hablaba de la moral
supo siempre rechazar
lo malo y lo indeseado,
y en los meses de mayo
un sentimiento arraigado
sembrando en el invierno
lo mismo que en el verano.
Cultivador sin desgano
sencillo y servidor
en la mano el mandador
que usaba de vez en cuando,
y no faltaba un abrazo
y un cariño sin fin
tocaba a veces violín
tocaba también el cuatro.
Con el sabor del mastranto
con sabiduría y con gracia
bailaba al ritmo del arpa
y al son de los capachos,
y esos recuerdos gratos
jamás los echo en olvido
porque siendo apenas niño
en mi mente yo los guardo.
Hoy su recuerdo es sagrado
Imborrable e infinito
él está junto a mi Cristo
imposible olvidarlo.
La pascua, en un mes cualquiera de 1994
Soy campesino, señores
y trabajo duro la tierra
y siempre me aferro a ella
derramando mis sudores.
En mi valle de pasiones
cultivo la amistad,
siempre riego la bondad
y cosecho corazones,
me acompañan ruiseñores,
canario y cristofué
y del surco del querer
van brotando mis amores.
Las plantas con sus verdores
crecen con ramas de fe
y en sus troncos amarré
mis sueños e ilusiones,
mi campo tiene esplendores
que lo adornan por doquier
y tiene un frondoso vergel
con flores multicolores.
Soy campesino, señores
y trabajo de sol a sol
y la bondad del Señor
apacigua los rigores.
En otros tiempos
En los tiempos de mi abuelo
y en los tiempos de mi padre
la educación sin alardes
enseñaba de lo bueno,
y el maestro era dueño
del tesón y la constancia
e impartía la enseñanza
con pasión y con denuedo.
El alumno era inquieto
buscando siempre aprender
y el maestro con placer
satisfacía el requerimiento,
y había mucho respeto,
cortesía y buenos modales
y en escuelas y hogares
reinaba el conocimiento.
Pero en nombre del progreso
cambiaron todas las reglas
y ahora se habla de huelgas,
de paros y descontentos,
queman el bus y el por puesto,
denigran del profesor
y hasta el pobre pizarrón
lo lanzan sin miramientos.
buscando siempre aprender
y el maestro con placer
satisfacía el requerimiento,
y había mucho respeto,
cortesía y buenos modales
y en escuelas y hogares
reinaba el conocimiento.
Pero en nombre del progreso
cambiaron todas las reglas
y ahora se habla de huelgas,
de paros y descontentos,
queman el bus y el por puesto,
denigran del profesor
y hasta el pobre pizarrón
lo lanzan sin miramientos.
Predomina el irrespeto,
la flojera y el desaire
y en los pueblos y ciudades
ríe el ignorante y el necio.
Y en medio de todo esto
la enseñanza se diluye
el pueblo se prostituye
y camina hacia lo incierto.
Pero ha llegado el momento
de pensar en la nación
con reglas de corazón
y libros de sentimiento,
y educar con el respeto
que enseñó el Libertador,
Simón Rodríguez, ductor
y Andrés Bello, el Maestro.
la flojera y el desaire
y en los pueblos y ciudades
ríe el ignorante y el necio.
Y en medio de todo esto
la enseñanza se diluye
el pueblo se prostituye
y camina hacia lo incierto.
Pero ha llegado el momento
de pensar en la nación
con reglas de corazón
y libros de sentimiento,
y educar con el respeto
que enseñó el Libertador,
Simón Rodríguez, ductor
y Andrés Bello, el Maestro.
Desperté con sentimiento
una mañana
en mi casa
mi madre
estaba en su hamaca
con
terrible sufrimiento,
no vacilé
un momento
para
acudir en su ayuda
estaba
quieta y muda
y en sus
ojos el tormento.
La rigidez
de su cuerpo
y la
ausencia de su voz
me hizo
pensar lo peor
sintiéndome
muy inquieto,
la
llevamos donde el médico
rogando
siempre a Dios
y el
lamento se escuchó
arriba
allá en el cielo.
Mi madre
sigue sufriendo
con
diabetes y tensión
y su débil
corazón
se le oyen
los requiebros,
se
resiente del cerebro
y sus
piernas no le dan
y sus
ojitos están
viendo
cada vez menos.
Y pido de
nuevo al Cielo
que le
mejore la vida
y que la
paz que consiga
dure años
y sea bueno,
y el más
grande de mis sueños
es que
pueda caminar
y me haga
recordar
cuando
yo era pequeño.
Y cada vez
ruego y ruego
para que
ella nos siga
y hasta
daría mi vida
si ese
fuera el remedio.
1994, en
un mes cualquiera.
Las huellas de mi padre
Un lunes primaveral
en mi llano guariqueño
mis hermanos con empeño
me invitaron a viajar,
partimos de Guamachal
con rumbo a Santa María
con semblanzas de alegría
con cariño y amistad.
Una tierra sin igual
la tierra donde crecimos
de donde una vez partimos
pensando en regresar,
y ese lunes primaveral
en la tierra de los sueños
nos llenamos de recuerdos
de nuestro padre inmortal.
Memorias que siempre están
viviendo en los correderos
que transitó nuestro viejo
en lento peregrinar,
avistamos El dragal
tierra de los antojos
y al pasar por El Socorro
se escuchaba un suspirar.
Un sentimiento ancestral
sigue allá en los paraderos
recuerdos de Morochero,
Santa Ines y Maniral,
y es digno destacar
un caso tierno y muy lindo
sucedió en Santo Domingo
cerquita del morichal.
En una hora sin par
con la fragancia del lirio
nacía un bello idilio
y un sentimiento especial,
floreció el chaparral
y se desbordó la nobleza
con Simón y María Josefa
jurándose eterno amar.
La faena sin cesar
se afianzó con ansias locas
en Salsipuedes, Las bocas
Altamira y El mangal,
Barrialote los vio pasar
al compás de una chipola
Agua negra y Las Lomas
perfumes del mastrantal.
Mi padre fue caporal
y guiaba con mente fina
en Tierra negra y Mata linda,
Zaraza su lar natal,
de día iba a pescar
con esperanza y con fe
en el río Santa Inés
hilaba sin esperar.
En un ratico no más
había corroncho y guabina
el bagre y las sardinas
paraban en el morral,
también salía a cazar
con su escopeta confiado
traía a veces venado
y la alegría a su hogar.
El río no existe más
secó sus aguas la quema,
la tala trajo las penas
alejando el manantial,
llegamos hasta el final
de aquel viaje de recuerdos
a Pancha Duarte un te quiero
por guiarnos al caminar.
La noche cubrió el palmar
regresaron los viajeros
Evaristo saco un pañuelo
y nos pusimos a llorar.
Un viaje de sueños
Salí de Valle la Pascua
a recorrer mi llanura
y por la verde espesura
me adentré en lontananza,
y mi mente no descansa
voy recordando quereres
me detengo en Las Mercedes
antes fue en Chaguaramas.
Y sin penas en el alma
al contrario una sonrisa
al pasar por Santa Rita
ya me acompaña la calma,
en el camino las palmas
silban cantos de agonía
y allá en la lejanía
diminuta está una garza.
A lo lejos la vacada
se pierde en el horizonte
y vuelan de monte a monte
el colibrí y la paraulata,
un caimán en la barranca
sale corriendo hacia el agua
y desaparece en la nada
seguro que algo lo espanta.
No hay ruidos de guacharacas
porque llegó el cazador
y con balas de dolor
las borró de la estancia,
sale espantada una baba
y se oculta en una gruta
ya se divisa Cabruta
bello puerto de esperanza.
En el pueblo las muchachas
caminan con donosura
porque es la belleza pura
que abunda en la sabana,
precedido de la fama
está ese puerto llanero
adornado por garceros
pescadores y montañas.
Mi corazón se desmaya
con el imponente Orinoco
me repongo poco a poco
al perderse en la distancia,
viene arribando una barca
bajan tristes los viajeros
en sus ojos “los te quiero”
van ocultando las lágrimas.
Las canoas y las lanchas
van navegando hacia el cielo
con remos de desespero
van surcando entre las aguas,
no me detengo ante nada
sigo mi viaje de sueños
con decisión y empeño
sigo raudo hacia Caicara.
Evitando ensenadas,
las rocas y hasta las charcas
se desliza la gabarra
con rumbo hacia Guayana,
en el camino las garzas
vuelan por las barrancas
aborígenes en la distancia
lanzan tristes sus miradas.
Enero, 16 de 1994
La madre
La madre naturaleza
por designios del Señor
le dio hijos a montón
que parió con entereza,
diez varones, cinco hembras
del mayor hasta el menor
los crió con mucho amor
y los amó hasta la fuerza.
Ahora se puso vieja
enferma y con dolor
y su pobre corazón
atormentado por las quejas,
le duelen las dos piernas
afectada de tensión
casi no tiene visión
y la soledad de compañera.
Los hijos que ella pariera
cada cual tomó un camino
y no importó lo más mínimo
que viva o que se muera,
ellos viven con su lema
sin visos de sentimiento
y la señora del cuento
solo sufre y espera.
Ojalá Dios la proteja
y le calme sus quebrantos,
y ella que ha sufrido tanto
¿es justo que no la quieran?
¿Cómo era el barrio Guamachal de antaño?
En Valle de la Pascua, en el barrio Guamachal de antaño, yo recuerdo que
existían pocas casas y las familias que llegaron con la ilusión de tener un
hogar propio y criar una familia tuvieron que afrontar muchos imponderables,
claro está. Aquello bien podía describirse con la muy conocida expresión de que
“todo era monte y culebra”. Las “casas”, unas muy distantes de otras, se
comunicaban por unos caminitos de tierra rodeados de plantas silvestres
pequeñas y medianas. Y en esos tiempos llovía mucho. Los copiosos aguaceros,
cuando caían, casi tumbaban las casitas de zinc y paredes de barro, que eran la
mayoría. Era cotidiano escuchar, después de las fuertes precipitaciones:
“Caramba, por poco el “palo de agua” no me tumba el ranchito”. Ni pensar en
servicios públicos como se les conoce ahora. Para alumbrarse se compraban velas
de cera, aunque algunas familias podían tener lámparas de “querosén”, pero eran
los menos e incluso en algunas viviendas se alumbraban con monte seco y
residuos de cartón que eran quemados en los rústicos e improvisados patios. Los
alimentos, en buena medida, eran provistos por el tradicional conuco. Yo, por
ejemplo, fui buen conuquero.
Mi padre era especialista usando el machete y el garabato. Y ni hablar
si se trataba del hacha o la chícura o la escardilla. Y ya puede suponerse que
los alimentos se cocían a fuerza de leña en un fogón de tierra con ollas de
barro o peltre, y algunas veces esas ollas estuvieron “boca abajo”. Y en el modesto
dormitorio no faltaba el chinchorro de moriche que se cubría con mosquiteros o
“pabellón” para contrarrestar la andanada de zancudos que eran cotidianos en
las oscuras noches de Guamachal. En esos tiempos abríamos y limpiábamos
peladeros para practicar béisbol con pelotas de goma o de trapo. El
entretenimiento también estaba constituido por el juego de “Las cuarenta matas”
o “policías y ladrones”. En Semana Santa era costumbre jugar el trompito con
caramelos, los trompos y las zarandas. Era común decirle a las muchachas:
“Oiga, vecina, muy pronto voy a quebrarle la zaranda”, y ellas se
sonrojaban, bajaban la cabeza y seguían por el caminito rumbo a casa a
llevar el recado o cualquier otro mandado de los “mayores”. Se refería al juego
de zarandas que eran rotas por los trompos en días santos. Después vendría “el
progreso del barrio”, y serían sustituidas “las picas” o caminos por las
carreteras de tierra. Y unos postes de madera distantes con un bombillito
de luz amarilla y débil. Y el servicio de agua llegaría también, pero de modo
paulatino que consistía en las llamadas “plumas” o llaves públicas donde los
humildes habitantes se servían llenando sus envases, baldes y pipotes. Algunos
envases eran improvisados con recipientes de latas de manteca “los tres
cochinitos” y otras marcas. Luego vinieron las populares bodegas y los
quiosquitos donde expendían víveres y muchas cosas más. Por esos tiempos
existían “las graneras” en las bodegas que se las abrían a los que hacían
“mandados” y el dueño le iba colocando granos en un vaso por cada compra y al
final de la semana se los contaba y le retribuía dinero donde los centavos, las
lochas, medios y reales eran los protagonistas. Quien lograra reunir un bolívar
o dos, tenía como comer completo por una semana. Eran tiempos en que se
almorzaba, algunas veces, “con una catalina o un pan de trigo y un fresco de
colita”. No puedo dejar de decir que el nombre del barrio era dado porque en la
zona proliferaba el árbol de “guamacho” que era de tamaño mediano y a veces crecía
de buen porte, daba un fruto pequeño que era muy dulce, comestible y podía
servir de alimento. Fueron muchas las ocasiones en que ese fruto natural palió
mi hambre y la de muchos muchachos. Las carreteras de entonces, que en la
práctica eran caminos de tierra, como dije, estaban adornadas, de lado y lado,
por aquellos frondosos y abundantes guamachos. Pero, a pesar de lo descrito,
todo eso hacía la vida vivible y si se quiere, todo era bonito. La naturaleza
viva, con sus árboles vistosos, las lagunas y caños, pájaros diversos con sus
cantos y trinos, los animales domésticos. Y sobre todo, la tranquilidad que era
reina en el lugar y prevalecía el respeto. Nadie se metía con nadie y las
personas se caracterizaban por su solidaridad y don de buena gente. Al tiempo,
todo cambiaria. Los muchachos, no todos, estudiarían la primaria y el
bachillerato, unos partirían a otros lares en busca de ampliar sus estudios y
tener una profesión. Otros irían en busca de un empleo remunerado y un mejor
“status”, como se dice. Eran otros tiempos y otra manera de vivir y ver la
vida.
En otros tiempos
En los tiempos de mi abuelo
y en los tiempos de mi padre
la educación sin alardes
enseñaba de lo bueno,
y el maestro era dueño
del tesón y la constancia
e impartía la enseñanza
con pasión y con denuedo.
y en los tiempos de mi padre
la educación sin alardes
enseñaba de lo bueno,
y el maestro era dueño
del tesón y la constancia
e impartía la enseñanza
con pasión y con denuedo.
El alumno era inquieto
buscando siempre aprender
y el maestro con placer
satisfacía el requerimiento,
y había mucho respeto,
cortesía y buenos modales
y en escuelas y hogares
reinaba el conocimiento.
Pero en nombre del progreso
cambiaron todas las reglas
y ahora se habla de huelgas,
de paros y descontentos,
queman el bus y el por puesto,
denigran del profesor
y hasta el pobre pizarrón
lo lanzan sin miramientos.
buscando siempre aprender
y el maestro con placer
satisfacía el requerimiento,
y había mucho respeto,
cortesía y buenos modales
y en escuelas y hogares
reinaba el conocimiento.
Pero en nombre del progreso
cambiaron todas las reglas
y ahora se habla de huelgas,
de paros y descontentos,
queman el bus y el por puesto,
denigran del profesor
y hasta el pobre pizarrón
lo lanzan sin miramientos.
Predomina el irrespeto,
la flojera y el desaire
y en los pueblos y ciudades
ríe el ignorante y el necio,
y en medio de todo esto
la enseñanza se diluye
el pueblo se prostituye
y camina hacia lo incierto.
Pero ha llegado el momento
de pensar en la nación
con reglas de corazón
y libros de sentimiento,
y educar con el respeto
que enseñó el Libertador,
Simón Rodríguez, ductor
y Andrés Bello, el Maestro.
la flojera y el desaire
y en los pueblos y ciudades
ríe el ignorante y el necio,
y en medio de todo esto
la enseñanza se diluye
el pueblo se prostituye
y camina hacia lo incierto.
Pero ha llegado el momento
de pensar en la nación
con reglas de corazón
y libros de sentimiento,
y educar con el respeto
que enseñó el Libertador,
Simón Rodríguez, ductor
y Andrés Bello, el Maestro.
Yo heredé el optimismo
Entre triunfos y reveses
va mi vida personal
teniendo que enfrentar
los bastardos intereses,
y así mi vida crece
con tristezas y alegrías
esperando el gran día
en que triunfe para siempre.
Camino erguido y de frente
sin miedo y sin cobardía
y el lucero que me guía
alumbra cuando oscurece,
con optimismo en la mente
va mi paso bien seguro
y cuando llegue mi turno
ya me verán sonriente.
Creo siempre en la gente
mientras no cambien el rumbo
buscando la paz del mundo
como meta permanente,
fuera los indiferentes
y apártense los cobardes
mañana ser muy tarde
luchemos hoy combatientes
Mi
niñez
Recuerdo
con alegría
mi
niñez allá en el barrio
con
aguaceros de mayo
y
veranos de sequía,
y
era tanta mi alegría
que
todavía recuerdo
como
alumbraba el lucero
caminos
y travesías.
Y
mi padre era el guía
en
ese llano inmenso
y
yo recuerdo todo eso
con
ansias de lejanía,
pasaba
noches y días
alimentando
ilusiones
dibujando
corazones
con
lápiz de fantasía.
Y
mi niñez crecía y crecía
tornándome
adolescente
y
con la idea en la mente
de ser feliz algún.
Ser
viejo
¿Qué
significa ser viejo?
en
sociedad individualista
es
un signo fatalista
que
conduce al desecho,
es
sinónimo de desprecio
desidia
y animadversión
sin
pensar que un corazón
tiene
allí dentro el viejo.
Yo
me preocupo por ello
aunque
viejo aun no soy
y
aunque sea joven hoy
mañana
seré un viejo.
Fueron
viejos mis abuelos
mis
padres también lo son
y
es viejo el Fundador
de
todo lo que ahora tengo,
si
alguien desprecia a un viejo
tiene
arrugas en el alma
y
nunca hallará la calma
de
aquellos que llama viejos.
Es
honra llegar a viejo
porque
es sabiduría
¿y
cuántos no desearían
Vivir
con bellos recuerdos?
ojalá
lleguen a viejos
los
que tienen juventud
y
que el amor y la virtud
sea
lo imperecedero.
Triste
vejez
Que
triste es la vejez
cuando
se ha sufrido mucho
y
las penas van de luto
en
un negro amanecer,
no
hay nadie por doquier
vives
solo y afligido
y
las horas son un siglo
que
se aferran a su piel.
La
vida se fue también
en
un grito lastimero
llevándose
aquel “te quiero”
ingrato
y hasta cruel,
los
recuerdos en tropel
derriban
las ilusiones
hiriendo
los corazones
fantasmas
de la niñez.
Solo
queda perecer
creyendo
haber pagado
los
crímenes del pecado
que
se adquiere al nacer.
Viejitos
La
vejez es un delito
en
sociedad de mercaderes
una
cuenta sin haberes
que
pagarán los viejitos,
ellos
se quedan muy tristes
sintiéndose
rechazados
vejados
y humillados
y
como seres distintos.
¿Qué
sentirá un viejito
cuando
se ha quedado solo?
sentirá
que es un estorbo
y
que no existen los hijos,
si
fuera rico el viejito
lo
trataría como a niño
con
besitos y con mimos
tomados de su manito.
Y
ahora yo no me explico
que
tiene la juventud
que
con tanta ingratitud
maltratan
al ancianito.
La
vida
La
vida es hermosa y bella
y
vale la pena vivirla
y
hasta el día que se extinga
hay
que aferrarse a ella.
Es
fugaz cual la estrella
que
cruza el firmamento
y
tan corta como el viento
que
corre en la primavera.
Y
como la tormenta aquella
que
llega de vez en cuando
como
sequía en verano
la
vida es corta de veras.
Galería
Mis
padres, mi hermano y yo. . .
A saber: Doña María Josefa
Rodriguez de Correa, don Simón Correa Infante, José Gregorio Correa Rodríguez y
Eduardo Rafael Correa Rodriguez, ¿quieren
más?
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