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El día que caminé con Teodoro







EL DÍA QUE CAMINÉ CON TEODORO . . . 


Fue en un viaje que hiciera a Acarigua hace tiempo para promover su candidatura presidencial y no estoy seguro si era la última y recuerdo que incluso lo acompañe hasta la ciudad de Turen donde cerraría su periplo, antes en esta ciudad formé parte de una respetable caravana y Teodoro hizo el recorrido montado en jeep willis descapotable y veíamos al candidato de pie asido a los tubos del rústico vehículo, lucía fuerte, erguido con prestancia, serio y en silencio, no levantaba los brazos ante los tumultos a su paso por su seguridad, pero si denotaba amistad y un entrecejo un tanto bonachón, no había multitudes es cierto aunque sí admiración entre los que lo veían a su paso. El sapiente hombre era realmente serio y era una especie de candidato político inusual y atípico. Luego al partir para el llamado en otrora granero de Venezuela allá si hubo una caminata, corta y sustanciosa que remató con un corto mitin que fue más bien convertido en saludos y apretones de manos. Luego, tiempos después volvería a verlo en esta misma ciudad en una reunión política realizada en las oficinas del partido Podemos traído por Ivan Colmenares cuando buscaba acuerdos en sus aspiraciones para gobernador del estado. Debo admitir que mi admiración por el personaje que fue y seguirá siendo Teodoro era y seguirá por siempre. Jamás olvidaré su regia figura, su conocimiento y su cultura sin igual, su amena e ilustrativa escritura llevada a libros e innumerables artículos dentro y fuera del país, su lenguaje certero con y sin eufemismo, su conversación amena y llena de sabiduría. Todo un personaje este amigo Teodoro, arrojado y sin pelos en la lengua, pero erudito, sin ambages, considerado y amigo, dueño de su verdad que exponía con señorial sapiencia. Respetuoso y sincero, muy honesto. Un hombre para la historia. Me duele su muerte como a casi toda Venezuela. Su nombre y obra perdurará.

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