Ayer te llamé de prisa
y negaron tu presencia
y me quedé con la ausencia
de tu voz y de tu risa.
Te negaron, ¡que malicia!
y que falta de respeto,
qué van a ganar con eso
si son mías tus caricias.
Te negaron y fue la misma,
la que siempre se interpone
la que no sabe de amores
y vive sólo de envidia.
Te negaron, ¡no importa mi vida!
no habrá barrera ni sombra
que entre los dos se interponga
y venceremos la intriga.
Y te llamaré mientras viva
y tú estarás ahí,
compartiendo junto a mí
lo mejor de nuestras vidas.
Tú eres como la espiga
de la planta del querer
que regaré con placer,
con pasión y con estima.
Autor: Eduardo Correa
y negaron tu presencia
y me quedé con la ausencia
de tu voz y de tu risa.
Te negaron, ¡que malicia!
y que falta de respeto,
qué van a ganar con eso
si son mías tus caricias.
Te negaron y fue la misma,
la que siempre se interpone
la que no sabe de amores
y vive sólo de envidia.
Te negaron, ¡no importa mi vida!
no habrá barrera ni sombra
que entre los dos se interponga
y venceremos la intriga.
Y te llamaré mientras viva
y tú estarás ahí,
compartiendo junto a mí
lo mejor de nuestras vidas.
Tú eres como la espiga
de la planta del querer
que regaré con placer,
con pasión y con estima.
Autor: Eduardo Correa
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