Te vi en el arbolito
arreglando las campanas
y eras tú la soberana
con tu cuerpo tan bonito.
Estabas en el arbolito
plantada y tan hermosa
como pidiéndole cosas
al Niño Jesucristo.
Y eras el mayor motivo
entre luces y colores,
entre ténues resplandores
y adornos y caballitos.
De pronto vino un rayito
de luz multicolor
y mostró tu corazón
a través de tus ojitos.
Era tierno y encendido
y de noble sentimiento
lleno de amor y contento,
cariñoso y bonito.
Y ruego a mi Dios Bendito
y elevo mi gratitud,
que mi regalo seas tu
por los siglos de los siglos.
Y también pido al arbolito
con sus tallos y sus ramas
que seas tú la bella dama
que acompañe mis instintos.
Autor: Eduardo Correa. Del libro Rimas Sencillas II.
arreglando las campanas
y eras tú la soberana
con tu cuerpo tan bonito.
Estabas en el arbolito
plantada y tan hermosa
como pidiéndole cosas
al Niño Jesucristo.
Y eras el mayor motivo
entre luces y colores,
entre ténues resplandores
y adornos y caballitos.
De pronto vino un rayito
de luz multicolor
y mostró tu corazón
a través de tus ojitos.
Era tierno y encendido
y de noble sentimiento
lleno de amor y contento,
cariñoso y bonito.
Y ruego a mi Dios Bendito
y elevo mi gratitud,
que mi regalo seas tu
por los siglos de los siglos.
Y también pido al arbolito
con sus tallos y sus ramas
que seas tú la bella dama
que acompañe mis instintos.
Autor: Eduardo Correa. Del libro Rimas Sencillas II.
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