"LOS ABRILES" DE LA AMARGURA. .
.
Por Eduardo Correa
En el llano y en casi toda Venezuela se le llama "abriles" a la edad: "Cuantos abriles tienes tú"? Le preguntan a alguien, y responde solicito: "yo tengo tantos". Y hoy las calles de la patria se vieron abarrotadas de hombres y mujeres de la llamada tercera edad o los viejitos como también suele identificarse. Hoy los definiremos como "abriles" por lo que ya les adelanté. Y es que la fecha del pago de la pensión ganada en buena lid por numerosos connacionales es normal verlos en las largas filas de los bancos y hoy no fue la excepción claro está, aunque hoy, a fines de octubre de 2018, fue cuantiosa la cola, muy numerosa como nunca. ¿A qué se debe? No aumentaron los privilegiados si así puede decirse, no, son los mismos de siempre. Aumentó parece la necesidad, la ansiedad y la desesperación. El hambre, pues. No hay otra explicación.
Por Eduardo Correa
En el llano y en casi toda Venezuela se le llama "abriles" a la edad: "Cuantos abriles tienes tú"? Le preguntan a alguien, y responde solicito: "yo tengo tantos". Y hoy las calles de la patria se vieron abarrotadas de hombres y mujeres de la llamada tercera edad o los viejitos como también suele identificarse. Hoy los definiremos como "abriles" por lo que ya les adelanté. Y es que la fecha del pago de la pensión ganada en buena lid por numerosos connacionales es normal verlos en las largas filas de los bancos y hoy no fue la excepción claro está, aunque hoy, a fines de octubre de 2018, fue cuantiosa la cola, muy numerosa como nunca. ¿A qué se debe? No aumentaron los privilegiados si así puede decirse, no, son los mismos de siempre. Aumentó parece la necesidad, la ansiedad y la desesperación. El hambre, pues. No hay otra explicación.
Tampoco aumentaron sus haberes, no señor, ni siquiera son los mismos. Lo
que cobran ahora es menos, mucho menos, fueron disminuidos por la la galopante
hiperinflación. Y claro, aumentó con creces su cansancio, su desilusión y su
agonía. Ellos no tienen años dorados, descansos ni entretenimiento. Nada de
eso. Sus alforjas están llenas sí de hambre y de miserias de la vida. De falso
cariño y mentiras interminables. Están solos, muy solos y golpeados de
sinsabores. Y las largas colas aumentan sus tristezas. Hoy ganan menos y suman
sus desdichas. Si vemos sus rostros cansados y deformados por los años lo vemos
muy claramente. Ellos se medio mueven y medio caminan, pero están realmente
medio muertos.
¿Quién vendrá en su ayuda? ¿Quién mitigará su dolor? ¿Quién secará su
pesado sudor que se conjugan con sus lágrimas que pesan duelen? Nadie. Las
calles están llenas de gente, y muy solas para ellos. ¿Sus nombres?
"Eduviges, Gumersindo, que si acaso cambia el nombre !sus vidas no hay
quien las cambie"! . . .
Comentarios
Publicar un comentario