Como se sabe, el 13 de abril de 2002, el presidente venezolano Hugo Chávez fue defenestrado del poder y llevado preso a la Orchila. Ese día el país, obviamente, lucía convulsionado, confuso y con ese drama recorriendo la patria entera con repercusiónes en el resto del mundo. Ese día inolvidable, Raúl Isaías Baduel, un veguero de Las Mercedes del Llano -así se presentó dos años después cuando viniera de visita a Acarigua- recibió una llamada en su lugar de trabajo, que era la 42 Brigada de Infantería Paracaidísta, ubicada en Maracay, estado Aragua. La llamada era de su superior, el general Benito Verde Graterol y tenía como finalidad urgente disuadirlo de una decisión tomada muy temprano en la mañana y que tenía que ver con el desconocimiento del Golpe de Estado y de su apego inquebrantable a la Constitución.
En aquella conversación, Verde Graterol recriminaba a Baduel y lo conminaba a que se se echara para atrás, y el llanero, muy por el contrario, le respondió con firmeza: "Ya he dicho que mi apego a las leyes es incondicional, además del afecto que me une al presidente Chávez, sin desestimar la situación asumida por algunos generales y civiles, que puede generar un caos difícil de controlar". Su superior le ordenó que se fuera al lugar donde este operaba en Caracas y el rebelde de Maracay, le ripostó: "No, yo no voy. Usted va a querer ponerme preso y entonces vamos a tener que entrarnos a tiros". Y la posición de Baduel sería inalterable y la ratificaría en cada ocasión que le fuera requerida, como sucedio en otra reunión de generales: "No reconozco esa junta de facto que usurpa el poder legítimo y constitucional del presidente Hugo Chávez". Y así fue rechazando, una tras otra, las llamadas para que se adhiriera al golpe. Se lo reiteró a Luis Miquilena, a Ochoa Antich y a Enrique Salas Romer, a quienes llamó irresponsables porque su actitud podría desencadenar una guerra civil. A Arias Cárdenas, que lo llamó dos veces para que se sumara a las huestes de Carmona, su respuesta fue claramente negativa y rotunda. Algunos generales llamaron para decirle que iban a bombardear su Brigada desde Valencia y Caracas, en aras de someterlo, y les respondió: "Vengan, que aqui los espero". Y es que los golpistas tenían "su piedrita en el zapato" que era este general llanero y de ese modo no podrían controlar el poder por completo, que a esa altura de la trastada ya había conformado un nuevo gobierno. En medio de todo aquello y en torno a aquel hombre irreductible se fue creando un bastión cívico y militar que ese mismo día organizó la súper conocida Operación Rescate de la Dignidad, cuyo norte era liberar al Presidente. Cuando todo estuvo listo para partir y Baduel se aprestaba a abordar, el general Alí Uzcátegui Duque, le dijo: "Compañero, esto implica riesgo y requerimos que usted permanezca aqui, no podemos correr el riesgo de perderlo".
El plan era traer a Chávez a Maracay, pero este, una vez rescatado, decidió que lo llevaran a Caracas donde lo esperaba una multitud y ya Carmona y sus adláteres había sido sometidos. Pero Chávez vendría a la 42 Brigada el día 14 en la mañana y aquello fue tan impresionante que no se pudo contener a la multitud que esperaba allí al Presidente. La seguridad fue rebasada. Chávez dijo al llegar a Maracay: "Un soldado que me custodiaba me dijo que podíamos venirnos a Maracay escapando a pie por la montaña. El mismo soldado me confirmó: "Al llegar allá estamos a salvo, ¿usted no sabe mi comandante que el general Baduel está alzao contra la tiranía? Y el pueblo de Maracay también está en la calle". Pero tal acción no sería necesaria por lo que hemos apuntado arriba. El Presidente reconocería la gesta aragüeña en los siguientes términos: "En este día quiero hacer un reconocimiento al coraje, al valor, a la dignidad, un reconocimiento a la fuerza que desde aqui volvió a surgir como ya había surgido desde hace diez años en 1992: ¡Este fue el epicentro del 4 de febrero!". Chávez se abrazó con Baduel y aquellos miles de ojos que los rodeaban se pusieron lagrimosos. Poco después, al asumir el cargo de Comandante General del Ejército, el hombre de Sabaneta le diría al hijo de Las Mercedes del Llano: "Eres un digno e ilustre soldado de la patria, hombre que ha portado con dignidad sus estrellas, soles, sus cargos y responsabilidades, que ha sabido encarar situaciones y señalar rumbos, que se ha convertido en símbolo de la patria nueva, en símbolo de aquello que decía Mao Se Tung, de esa simbiosis entre soldado y pueblo".
No podíamos finalizar sin hacer la pregunta de rigor: ¿Cómo puede ser olvidado un protagonista singular de aquellos sucesos, como es el caso del general Baduel, en la más reciente celebración del 13 de abril y donde casi se pretendió superponer otros nombres a los que realmente ejecutaron la odisea? Estamos convencidos y seguros que son muchas las cabezas donde ronda la misma interrogante.
Escrito y publicado por Eduardo Correa, en el diario El Regional, en Acarigua, el domingo 25 de abril de 2010.
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