Una conversación con Dios
“Uno puede preguntarse
por qué Dios ha llamado a alguien tan limitado e indigno, totalmente ignorante
en asuntos de Iglesia, que nunca buscó a Dios, para que recibiera “un
recordatorio de Su Palabra”
Por Eduardo Correa
La cita del subtitulo es de Vassula Ryden, la egipcia que Jesús, nuestro
Señor, quiso que le sirviera como receptora de los mensajes sobrenaturales que
el Omnipotente decidió enviar al mundo de estos tiempos y que no son más que un
“recordatorio” de las Sagradas
Escrituras, tal como Él mismo lo ha notificado a esta privilegiada mujer. “Vassula no tenía una verdadera formación
religiosa. Los Mensajes que recibe la superan. Para ella son una gracia que
acoge con una sorprendente energía. Durante treinta años, a pesar de ser de
familia ortodoxa, nunca entró en una iglesia, a no ser por obligaciones de tipo
social: bodas o funerales. Las revelaciones privadas fueron para ella una
auténtica y total conversión. Hoy no desea otra cosa que unirse a Jesús en la
vida eterna, que es ya su vida”. –Palabras del padre francés René
Laurentin-.
He
aquí otra parte de la conversación que tuvo la egipcia con Jesús, el 13 de
octubre de 1987, y que está contenida en el segundo volumen de “La verdadera
Vida en Dios”, traducida al castellano –la obra ha sido publicada en más de
treinta idiomas oficiales-. “Vi a Jesús en la puerta de mi cuarto.
Sabía que estaba esperándome para escribir. Responde Jesús: –“Sí, estaba en la puerta. Ven, vas a
trabajar para Mí. Yo te voy a predecir lo que va a suceder antes de que pase,
para que de ahora en adelante los que se dicen sabios crean en Mis Obras y Me
sigan. Hija, curaré a muchos. El Amor volverá a vosotros como Amor, cumpliendo
Mi Palabra. Dentro de poco probaré que esto viene de Mí, Vassula. Yo Soy El
Señor. Vendrás a Mí, amada mía. Escúchame: quiero recordarte lo que te dije
hace unos días. Difunde lo que he dicho. Yo, El Señor, bendigo a Mis hijos de
“Garabandal”. Quiero que Me oigan. ¡Oh, Vassula, cuanto deseo que llegue ese
día!”. –Señor Jesús, trataré de hacerlo según mis
capacidades, con la fuerza que me das. Yo soy una inútil y Tú eres Omnipotente,
¿me ayudarás, Jesús? –“Te ayudaré. Acuérdate, Vassula, de cómo
hago las cosas. Haz saber que dentro de poco mandaré a todos una señal de lo
Alto. Sabréis que viene de Mí. Yo brillaré sobre vosotros. Os quiero a todos.
¡Cómo os quiero! Os amo más de lo que podéis entender. Soy vuestro Creador, ¿no
os he dicho que llevo grabada vuestra imagen en la palma de Mi Mano? ¿Cómo os
abandonaría?” –Estoy pensando en la visión que me diste del
castigo, me asusta. –“Haré que lo vuelvas a ver para que se te grave”.
Señor, te vuelvo a suplicar que nos
ayudes a evitarlo. Sé que Tú no quieres que pase, no lo quieres en absoluto, ¿Qué
he de hacer?
–“Vassula, es verdad. Yo no encuentro ningún
placer en castigaros. Deseo que Mi creación vuelva al Amor. Hay que hacer
reparaciones enormes. Reparar, reparar unos por los que no pueden. Mi creación
tiene que cambiar. Hija, Mi creación tiene que aprender a creer en Mis Obras
Espirituales. Mi creación tienen que aceptarme como El Omnipotente; Mis almas
sacerdotales tienen que saber en qué error están al negar Mis Obras de hoy día.
(Hay, sin embargo, muchos que las aceptan). Hablo, precisamente, para los que
no lo hacen; hablo también para aquellos que han dividido Mi Cuerpo. Créeme,
hija Mía, la copa de Mi Justicia rebosa por haber desgarrado Mi Cuerpo. No les
voy a disculpar más. Vassula, déjame cultivarte aún un poco de tiempo más y
pronto recogeré Mi cosecha. Ven, amada Mía”. –Señor, que se haga tu santa voluntad.
-“Te
mortificaré como Yo he sido mortificado; te humillaré. Vassula, te quiero, por
amor velo sobre ti. Sé lo que es mejor para tu alma, puesto que Yo te Guío. Te
pondré esta penitencia para que te limpie de cualquier tendencia a la vanidad.
Yo, El Señor, procuraré que no le falte nada a tu alma; siempre te amaré”. –Gracias, Señor, por ayudarme.
-“Estoy utilizándote ahora, pero dentro
de poco te libraré y estarás en Mis Brazos. Hija Mía, recuerda que, cuando
estaba encarnado entre vosotros, Mi vida era todo sufrimiento, sacrificio,
angustias, penas –todo eso- no tenía descanso. Vassula, te he criado para este
Mensaje. Flor Mía, tienes que llevar Mi Cruz Conmigo hasta el final. Te quiero
con un amor infinito”. –Te
amo, Señor, y si me quieres mortificar, haré tu voluntad. –“Sé dócil
para que pueda hacer contigo lo que quiera. Pequeña, habla de Mí. Vassula, Yo
siempre consigo Mis objetivos. Ven y te contaré. Un día, Mi Reino de la tierra
será como el del Cielo; Mi Iglesia estará unida y bendecida, pues todos Mis
fieles se comprenderán. Ensalzada por Mi Mano y purificada por Mi Sangre, Mi
Iglesia será Una”. –Que se
cumplan Tus deseos, Señor. Muchos de nosotros también lo queremos. Ilumina a
los que no entienden.
Debemos
indicar, ya en la parte final, que Jesús dijo a Vassula que cualquiera que leyera estos Mensajes bien podía colocar su nombre en el lugar de
ella, porque en verdad se trata de una Carta de Amor dirigida por el Señor de
Señores a cada uno de nosotros. ¿Podrá haber en estos tiempos de crisis y de
aflicción un gesto más hermoso que este? ¡Bendito sea Dios!
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