“¡Coronel, salve usted la patria!”
HAGAMOS
UN POCO DE HISTORIA: Hay situaciones que llevan a pensar que Bolívar hizo la
Independencia por encima de la actitud de no pocos de sus oficiales. En 1819
los frentes de batalla lucían desarticulados. En el llano la situación era
difícil; por una parte los realistas, a cuya cabeza marchaba Morillo, estaban
bien ubicados, y por otro lado, en el ejército venezolano la indisciplina hacía
estragos. Son conocidas las disidencias e informalidades de Páez, Mariño,
Arismendi y el mismo Brion, íntimo amigo
del caraqueño ejemplar y quien se interesaba más en ser corsario, y no
respondía a las estrategias bolivarianas. De tal modo que el año de 1819 se tornó amargo para la causa.
Y es así como El Libertador decidió cambiar el teatro de los acontecimientos. Se
reunió con sus oficiales más cercanos y leales y les propuso un plan donde
sostenía la necesidad de buscar fuera de Venezuela la fuerza unida y coherente
que se requería para dar un golpe decisivo a los enemigos. Se aprobó invadir a
Nueva Granada y apoderarse de ella. Era pertinente que intervinieran nuevos
factores en la lucha por la liberación.
El 27 de mayo de 1819 se abrió la
histórica campaña. Marcharon sobre la Nueva Granada y en el camino vencieron un
obstáculo que parecía insalvable: La Cordillera andina, y lo que es más, El
Páramo de Pisba. Algo parecido a la hazaña de Aníbal en los Alpes, respetando su dimensión y el contexto
histórico. Pero todavía había más. Al entrar a la Nueva Granada comenzaron los
combates. Había que llegar a Bogotá. El 27 de junio disolvieron un cuerpo
realista. El 11 de julio destruyeron en Gámeza a sus opositores y aquí se destacó
el heroísmo de Rondón a quien
Bolívar abrazó emocionado. Pero los
invasores españoles estaban bien parados en el sitio conocido como “Pantano de
Vargas”. Presentaron combate y los dirigidos por el caraqueño sacaron la peor
parte. Todo parecía perdido. Fue
entonces cuando Bolívar le gritó a Rondón: “¡Coronel, salve usted la
patria!”. Y partió el impertérrito jefe de la caballería llanera y destrozó al
enemigo. Ganaron la batalla. Después vendría Boyacá y otras victorias.
Juan
José Rondón era llanero, hijo del alto llano, abrazó la causa venezolana desde
muy joven, era un jinete consumado, un centauro, una primera lanza. Por sus
venas corría la sangre libertaria e indómita del aborigen y el negro, su valor
era innato. Fue uno de los corajudos del histórico “Vuelvan Caras”, y, cuando Páez se negó a ir a la Nueva Granada,
él se encargó de la caballería por petición de Bolívar. Cabalgó sin descanso
llevando las banderas de la libertad suramericana. Cabe decir, lo entregó todo
por su patria. En el estado Guárico algunas instituciones llevan su nombre. En
San Juan de los Morros, un liceo; en Valle de la Pascua, otro liceo y una
calle. Eso para un venezolano de esa estirpe y de portentoso legado pareciera
muy poco para recordar su memoria y su gran aporte a la causa de América.
Y en esta
nota final, os recomiendo leer el excelente libro “Juan José Rondón, el Aquiles
del llano”, singular aporte a la historia nacional del profesor Elías Zurita,
natural de Las Mercedes del Llano, estado Guárico. Por cierto, un libro que siempre
buscaba y no encontraba porque no existía. Y
ahora vio luz gracias a la pluma del señor Zurita. ¡Enhorabuena!
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