Si alguien hiciera una antología de serenateros de estos tiempos recientes, estamos seguros que no podría dejar de referirse a Alfredo Sadel, Eleazar Agudo, Salvador González, Sexagésimo, Edgar Gurmeitte y Freddy Salcedo. Y es más, si especulamos en el tiempo y en las leyendas, no exageraríamos en nuestra imaginación contemplando al mismísimo Orfeo escuchando a estas privilegiadas voces del canto, que para orgullo nuestro pertenecen a esta "tierra de gracia". ¿Qué quien es Orfeo? Bueno, según las leyendas griegas era un cantor que vivió hace millares de años, hijo de Calíope, musa de la epopeya. Dicen que cantaba tan bien y tan bonito, que los animales salvajes acudían a oirle, como asimismo le escuchaban los árboles y aun las rocas. Sus acordes armoniosos acallaban la tempestad y apaciguaban las olas. Alguien podría pensar que nos hemos propasado en estas notas. Podría ser. Pero fíjense que cuando una persona es un virtuoso del canto, suele expresarse: "Canta como los dioses". Pero si volvemos más acá, ¿acaso no dijo el grandioso Beethoven que las vibraciones en el aire son el aliento de Dios hablándole a las almas y que por eso la música era parte del lenguaje Divino? Además, ¿no es Dios quien dota de lo sublime?.
A quienes hemos aludido al principio no son entera y propiamente músicos, pero están allí muy cerca ¿o no?. Pongamos estos ejemplos. ¿Qué puede sentir un oyente y un alma sensible cuando Agudo interpreta Conticinio, de Laudelino Mejías? ¿Sadel extasiado con Aquel Cantor? ¿O a Salvador González inspirado con Noche de Amor, de Amílcar Segura? ¿O a Sexagésimo con Vagabundo Enamorado, de Euclides Leal? ¿A Gurmeitte con un popurri torrealbero? ¿Y al propio Salcedo cantando Potro Libre, de Vivas Toledo? Estamos seguros que muchos lo han hecho y han sentido algo muy especial.
Abundemos un poco más sobre FREDDY SALCEDO. Todavía recordamos cuando nos encontramos una noche, año 2001, en el barrio Simón Bolívar, en Acarigua, en un sitio de recreación y lo invitamos a que nos acompañara a un acto que tendríamos al día siguiente en el Concejo Municipal de Páez, con motivo de la celebración del Mes del Artista nacional y le pedimos, no que cantara, sino que dirijiera unas palabras en el segmento de la ofrenda floral ante la estatua del Libertador. Salcedo asintió entre sorprendido e incrédulo y aquel día conmovió a la asistencia con sus palabras experimentadas y críticas, refiriéndose a nuestra cultura y en especial al folclor. En ese momento fue el verbo del hombre el que escuchamos, la palabra sentida del ciudadano preocupado, que venían revestidas con la verdad de sus hechos y sus andanzas en el mundo de la música y el canto. Años atrás lo habíamos visto en una presentación especial que hiciera en el Festival de El Silbón, en Guanare, y le rindiera un homenaje al Cantor del Llano, Angel Custodio Loyola. De su autoría le dedicó al legendario guariqueño unas estrofas que esa noche hicieron las delicias de los presentes y del propio Loyola, quien lucía cómodo y atento en aquel prestigioso e inolvidable evento llanero.
Son muchos los que conocen la trayectoria de este tenor venezolano, que llegó a Portuguesa y de inmediato formó parte del conjunto musical llanero de Ramón Coromoto Martínez. Antes había probado exitosamente con música bailable y romántica, pero fue el folclor llanero la piedra angular de su inquietud patria. De manera inobjetable se dejó escuchar en todo el país con Vestida de Garza Blanca, de Sosa Caro; Pedro Miguel, de Larriva Contreras. Después vendrían en su singular voz Alcaraván Compañero, también de Sosa Caro. Es imposible dejar de citar Viejo Soguero, La Fundadora, Sombrero y la Cobija, del excelente compositor araureño Joel Hernández. Freddy Salcedo también incursionó positivamente en festivales y alcanzó en ellos 23 triunfos, entre los que cuentan cinco en el exterior. Ha sido condecorado en reiteradas ocasiones, y ha vivido en México, además de viajar por Francia y Argentina. Quiso el destino que se viniera a vivir con nosotros en la tierra del Centauro de los Llanos y aqui lo tenemos orgullosamente, venido de Valencia, la señorial. Enhorabuena, Su Majestad El Llano.
Autor: Eduardo Correa y publicado en el Diario El Regional, de Acarigua, el domingo 9 de noviembre de 2008.
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