"¡Otra victoria como esta y estoy perdido!", exclamó el rey Pirro II al percatarse de una victoria obtenida frente a los romanos, en una lucha suicida por hacerse de nuevos territorios. Y es que el monarca -quien era conocido por su arrojo- había perdido algunas posiciones, muchísimos soldados, pertrechos y tuvo que replegarse e ir en busca de mejores momentos para su estrategia bélica. Pirro gobernaba en Epiro, una región montañosa de Grecia.
Es posible que esos sucesos históricos puedan servirnos, al menos como como referencia y claro está que en el plano eminentemente político y partidista de estos tiempos, y de ser posible como algo aleccionador. Y la ocasión es propicia, pues, acabamos de salir de una contienda electoral en donde los resultados favorecieron, en líneas generales, al oficialismo. Imaginemos entonces como serían las partes dadas al presidente Chávez, una vez culminado el proceso comicial:
-"Comandante, ganamos diecisiete gobernaciones y muchas alcaldías, pero perdimos el Zulia y su capital, al igual que la alcaldía Mayor y cuatro más del área metropolitana, asimismo perdimos la gobernación de Miranda, como también el estado industrial de Carabobo, el estado fronterizo del Táchira y el bien situado estado Nueva Esparta. La mayoría de estas regiones, señor Presidente, son las más pobladas de la geografía nacional y revisten mucha importancia estratégica para la nación". Y es aqui donde pensaríamos que Chávez debería haber pronunciado cabizbajo, las mismas palabras que salieran de la boca del legendario rey aludido. Pero no, el hombre de Sabaneta salió proclamando una victoria sin igual, avasalladora e impresionante, que según sus apreciaciones era un mandato claro e inequívoco de que el pueblo había respondido a su solicitud electoral. Y claro, minimizó hasta más no poder las victorias obtenidas por la oposición. Es cierto que Chávez fue favorecido desde el punto de vista numérico -no es despreciable conquistar 17 gobernaciones y más de la mitad de las alcaldías, así como numerosos legisladores regionales-, pero como dijera alguien por allí, el problema debe ser analizado más allá de los resultados matemáticos y abordarlo desde su esencia política. No olvidemos que el propio líder se puso al frente del combate y fue muchísimas las veces que viajó por todo el país alentando a sus seguidores y los propios candidatos se caracterizaron por su mudez. Esto debió ser vital para muchos aspirantes con muy poco liderazgo -y que de alguna manera fueron impuestos por la cúpula- y salieran gananciosos, pero Chávez no fue escuchado -o en todo caso escasamente- en zonas claves para su gobierno y su proyecto. ¿Acaso no es un problema político tener tan cerca de Miraflores y en partes tan estratégicas a un Antonio Ledezma, Capriles, Ocariz, Graterón, Blyde y todos los que vienen detrás de ellos incluyendo a los sórdidos Leopoldo López y también voluptuoso Enrique Mendoza? ¿Y además no es delicado que políticamente la oposición más férrea y de la derecha más feroz controlen Maracaibo y todo el estado Zulia y Táchira? No olvidemos que los señores nombrados, además de Pérez Vivas y los Salas, participaron activamente en el Golpe de Estado de 2002 y en el Paro Petrolero y tienen sus mandaderos en el país y en el extranjero. ¿Ellos se dedicarán a gobernar o a socavarle las bases políticas a Chávez? He ahí el dilema, camaradas.
Todo lo ocurrido debe tener un análisis político concienzudo, sincero y despejado de toda arrogancia. Con la humildad que nunca se ha tenido y dejando bien claro las responsabilidades políticas de cada quien, deben establecerse los nuevos lineamientos, y si es necesario, los nuevos caminos a seguir. Pero no es desestimando al adversario como encontraremos las respuestas a los que consideramos "un revés político", sino encarando con firmeza la nueva realidad. Decir que perdimos Petare porque ahí hay muchos ricos y racistas, no vamos a llegar a nada y mucho menos si olvidamos que en esa zona más del 70 por ciento de sus habitantes están en las áreas más deprimidas y pobres. Ahí gobernaba el oficialismo. Y despojarnos de fanatismos, recuperar la sindéresis y volver al camino que una vez perdimos. Ahora ha llegado la ocasión -de nuevo- de aplicar lo que una vez se dijo: LAS TRES ERRES, que quedaron en letra muerta y fueron confundidas con risa, robo y retaliación por unos cuantos falsos revolucionarios.
Escrito por Eduardo Correa, publicado en el Diario El Regional, de Acarigua, el 30 de noviembre de 2008.
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