Otra conversación con el economista
En la tercera
conversación con mi amigo el economista sobre el anunciado aumento de la
gasolina, quise que tocáramos un poco lo concerniente a la historia del
subsidio y algunas de sus características. Después del saludo habitual, soltó:
¿Cuántas conversaciones llevamos? Le respondí que apenas un par de ellas y
agregué, a modo de broma, que el tema estaba tan crudo como el petróleo mismo,
y con su proverbial buen humor asomó que sobre eso del subsidio y de su
historia, era mucho el venezolano de a pie y montado que no tenía conocimientos
suficientes. Es lo que temo, dijo. Y puso otro ejemplo: “Igualmente creo que
son muy pocos los hijos de Bolívar que saben cuantos litros de petróleo tienen
un barril. Todo el mundo escucha o lee que el barril de crudo cuesta tanto, que
bajó o subió, pero hasta ahí”. Y mirándome fijamente preguntó: “¿Tú sabes
cuantos litros tiene un barril de petróleo?” –“Bueno, dije, hace tiempo leí que
tenía 159, pero como aquí lo cambian todo cada vez”. El se echó a reír
asintiendo lo de la cifra y agregando que eso respondía a un convenio
internacional de larga data con origen entre gringos y británicos.
Mi amigo enfocó
luego el tema propuesto y empezó diciendo que “en el año 1945 hubo un Gobierno
provisional que presidió Betancourt y este procedió a bajar el precio de la
gasolina y otros derivados del petróleo, al sostener que era ridículo que
Venezuela, siendo el primer país exportador de crudo en el mundo, tuviera los
precios más altos de los combustibles. Es decir, a precios internacionales, y
los redujo por decreto, pero fueron discriminados por ciudades. Por ejemplo, para Caracas y
poblaciones de la línea del Gran Ferrocarril de Caracas hasta Puerto Cabello el
litro pasó de 0,20 bolívares a 0,10 bolívares; en Barquisimeto de 0,24
bolívares a 0,14 bolívares por litro; en Maracaibo pasó de 0,18 bolívares a
0,08 bolívares; en San Cristóbal de 0,26 bolívares a 0,16 bolívares, fueron algunos
casos. Y a partir de allí se instauró el famoso subsidio. Y todos los Gobiernos
lo han mantenido por debajo de los precios foráneos y ya llevamos cerca de 70
años con combustibles baratos o subsidiados”. Interrumpí al economista para
inquirir: “¿Puede argumentarse entonces que a partir de ahí comenzó el
despilfarro de la gasolina debido a sus bajos precios?” -“Sí, puede decirse,
pero es necesario advertirte lo siguiente: Ha habido despilfarro, pero también
el país se ha aprovechado porque ha venido creciendo y desarrollándose en
muchos campos, usando el combustible y sus derivados como variable económica beneficiosa
por su valor altamente accesible. Y es que otros jefes de Estado han querido revertirlo. Luis
Herrera con su “viernes negro” subió el precio, Lusinchi también. Caldera igual lo hizo. Carlos Andrés lo
aplicó junto a otras medidas y el país le explotó, ¿recuerdas?”. Un tanto
pensativo, aseveré: “Claro, hermano, cómo olvidar aquellos días terribles del
Caracazo”. Mi amigo siguió apuntando que Chávez siempre lo tuvo en mente
persuadido de la pérdida que esto ocasionaba al fisco, porque a partir del año
2005 el asunto se tornó más grave y Pdvesa, y la nación con ella, comenzaron a restar
en sus cuentas: El precio de venta comenzó a estar muy por debajo del costo de
producción.
Mi
amigo me miró y se tocó su estómago al momento que me decía: “Sabes, debo
echarle “combustible” a mi organismo, fíjate la hora que es, pero tranquilo, aún
queda mucho por dialogar. No podemos decir Colorín, colorado, porque este
cuento todavía no ha acabado”. Y se marchó. Al verlo alejarse me llegó a la
mente lo de Luis Herrera “y su país hipotecado”, Lusinchi “y su botija vacía”,
Caldera y Teodoro “con sus equilibrios macro económicos” y Carlos Andrés Pérez “con su Caracazo”. ¿Qué
vendrá ahora?
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