En los tiempos de mi abuelo
y en los tiempos de mi padre
la educación era un alarde
de lo bello y de lo bueno.
El maestro era dueño
del tesón y la constancia
e impartía la enseñanza
con pasión y con denuedo.
El alumno era inquieto
y buscaba siempre aprender
y el maestro con placer
satisfacía el requerimiento.
Y había mucho respeto,
cortesía y buenos modales
y en escuelas y hogares
reinaba el conocimiento.
Pero en nombre del progreso
cambiaron todas las reglas
ahora se habla de huelgas,
de paros y descontentos.
Queman el bus y el por puesto
denigran del profesor
y hasta el pobre pizarrón
lo lanzan sin miramientos.
Predomina el irrespeto,
la flojera y el desaire
y en los pueblos y ciudades
ríe el ignorante y el necio.
Y en medio de todo esto
la enseñanza se diluye
el pueblo se prostituye
y camina hacia lo incierto.
Pero ha llegado el momento
de pensar en la nación
con reglas de corazón
y libros de sentimiento.
Y buscar siempre el progreso
que enseñó el Libertador,
Simón Rodríguez, ductor
y Andrés Bello, el Maestro.
Autor: Eduardo Correa. -junio de 1994-
y en los tiempos de mi padre
la educación era un alarde
de lo bello y de lo bueno.
El maestro era dueño
del tesón y la constancia
e impartía la enseñanza
con pasión y con denuedo.
El alumno era inquieto
y buscaba siempre aprender
y el maestro con placer
satisfacía el requerimiento.
Y había mucho respeto,
cortesía y buenos modales
y en escuelas y hogares
reinaba el conocimiento.
Pero en nombre del progreso
cambiaron todas las reglas
ahora se habla de huelgas,
de paros y descontentos.
Queman el bus y el por puesto
denigran del profesor
y hasta el pobre pizarrón
lo lanzan sin miramientos.
Predomina el irrespeto,
la flojera y el desaire
y en los pueblos y ciudades
ríe el ignorante y el necio.
Y en medio de todo esto
la enseñanza se diluye
el pueblo se prostituye
y camina hacia lo incierto.
Pero ha llegado el momento
de pensar en la nación
con reglas de corazón
y libros de sentimiento.
Y buscar siempre el progreso
que enseñó el Libertador,
Simón Rodríguez, ductor
y Andrés Bello, el Maestro.
Autor: Eduardo Correa. -junio de 1994-
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