Mis temores resultaron bien fundados
Por Eduardo Correa
Permitidme recordar mis temores expresados
hace unos cuantos meses atrás respecto de la especulación atroz y las argucias
mercantiles que aplicarían la mayoría de los comerciantes inescrupulosos en el
ramo de los electrodomésticos y otros artefactos, usando el subterfugio de la
devaluación del bolívar de un cuarenta y seis por ciento. Y esto fue lo que escribí: “Hace unos días me
di una vuelta por varios negocios, el Garzón entre ellos, y me acerqué, como lo
hago eventualmente, al stand de los electrodomésticos donde sobresalen los
equipos de sonido y los televisores, y me sorprendió verlos desolados. Y me pregunté, ¿qué pasó con la costumbre de ver y sentir esos ambientes
llenos de música y de imágenes multicolores como estrategia de venta? De
inmediato pensé que algo andaba mal. Y fue así como llegó a mi mente lo de la
devaluación del bolívar de reciente data y que anda, cual perverso
aguijón, de cerebro en cerebro, y
llanero como soy, remolón y medio
bellaco, como solía decir mi padre, refiriéndose
a lo astuto y sagaz, me dije, llevando mi pensamiento a limites extremos:
“Estos tipos nos están preparando una emboscada comercial y ya veremos, en
cuanto ´pasen unos días, estos lugares llenos de mercancía
de la mencionada, pero eso sí, con los precios abultados en extremo y
sosteniendo que fueron adquiridos al
dólar nuevo, es decir a 6, 30” .
Una trampa, pues, fue lo que carcomió mi mente como comprador cauto y llevando
al borde mi aprehensión”.
“Y aquí es el
momento de las grandes interrogantes. ¿En verdad los electrodomésticos que no
tardarán en aparecer con precios nuevos y elevadísimos –y que
presumo están bien guardados en
su stock- fueron comprados y traídos al país con la moneda extranjera
revaluada? ¿Eso puede demostrarse? ¿Cómo hace un comprador común y corriente
para verificar eso? Imposible que pueda hacerlo. Eso le compete a la autoridad
del ramo, y aquí surge otra pregunta que rasga el alma del consumidor, ¿lo
hará? ¿Comprobará si ese paquete es o no
chileno o asiático o gringo o japonés o venezolano? Vaya usted a saberlo. Y no solo lo descrito puede suceder en los
negocios de marras, sino que ya sucede, es lo que suponemos referidos a la
alteración, en un conocido supermercado de Araure que es Macro. El lugar de los
tv y el sonido, que van desde mini
componentes a otros más sofisticados, ya luce vistoso y provisto de lo necesario, a la espera de los
adictos a la pequeña pantalla –ya no tan
pequeña- y de los melómanos que gustan del sonido espectacular, nítido y de
altos decibeles. Por ejemplo, un Tv de
32 pulgadas que costaba cerca de seis mil bolívares, ya le acomodaron más de
veinte mil, y así sucesivamente”.
“De allí el
valor que tienen las palabras del
vicepresidente Nicolás Maduro, proferidas
recientemente en forma alta y clara
respecto de que harían una exhaustiva revisión de los inventarios de los
comerciantes y empresarios para cotejar que mercancía fue traída del exterior y
a que dólar, y de esa manera corregir la distorsión, o mejor digamos la
especulación, que los comerciantes y empresarios inescrupulosos estarían
aplicando impunemente a los consumidores, y que llegan a lo compulsivo. Pero es
materia urgente del gobierno y sus instituciones de rigor, declararse –si es
que aún no lo han hecho- en actividad
permanente y asegurarse de que el comercio “no haga su agosto por esta época”.
Y no hay que legislar para eso, porque instrumentos legales que atañen a ese
campo los tenemos de sobra, y ahí no más
está la todavía nueva Ley de Costos y
precios justos que viene al pelo. ¿Podrá el gobierno disipar esos temores y
argucias especulativas?”
Bueno, diez meses
después, es obvio el resultado de la política de precios aplicada por estos
días de noviembre, ¿o no?
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