El
narcisismo de Cristiano Ronaldo
Por Eduardo Correa
Quienes conocen al formidable futbolista
Cristiano Ronaldo, de cerca o a distancia, deben estar contestes en que este
hombre tiene una especie de obsesión por su cuerpo y su figura. Si, simplemente
una obsesión, tal como señalo. ¿Y qué significa eso? Reviso el diccionario y me
dice: “Perturbación anímica producida por una idea fija” o también “Idea que
con pertinaz persistencia asalta la mente”. Nada más y nada menos. Más, sin
embargo, cualquiera debe dispensar cuidados a su cuerpo u organismo, claro
está, aunque llegar a una actitud obsesiva ya es otra cosa y podrían esperarse
problemas de orden psicológico, entre otros. El caso citado del deportista se
inscribe en las definiciones expuestas. Cristiano Ronaldo está “convicto y
confeso”, como suele expresarse. Y como digo, quienes le conocen y saben de sus
andanzas en ese sentido, comprenden que el excepcional goleador padece de
obsesión de acuerdo con lo referido. ¿Y puede eso guardar relación con lo que
una vez dijera el sobresaliente pateador de balones respecto de que trabajaba
con miras a ser el futbolista más grande de la historia? Tal vez.
Pero,
además, ¿Puede considerarse a Cristiano Ronaldo como narcisista? ¿Puede estar padeciendo ese preocupante
síndrome? ¿Qué significa ser narciso? Bueno, coloquialmente muchos lo definen
peyorativamente como vanidad, presunción, egocentrismo o simple actitud egocéntrica.
Eso, fuera de los sesudos análisis psicológicos que, obviamente son mucho más
complejos y, por lo menos, esos estudios lo estigmatizan como trastornos
narcisistas de la personalidad. Coloquialmente, insisto, se trata de un
enamoramiento de sí mismo, al punto de “adorarse” por encima de cualquier cosa.
Un amor enfermizo, pues. O ¿cómo puede entenderse que una persona se mande a
hacer una estatua con un parecido impresionante y que sea vestida tal como él
mismo refiriendo su estilo deportivo? Cristiano Ronaldo se mandó a construir un
monumento de cera, de su mismo tamaño y porte, con su pelo natural distinto a
una peluca común. Y la exhibe en un museo de Madrid con los variados uniformes
del jugador y la visita cotidianamente, y cualquiera podría pensar que hasta
más que a su propia familia. Y lo que es más extraño aun: Cada mes le ordena a
su bien pagado peluquero personal que la peine, con su mismo peine, y se la
ponga “bien bonita”. Y claro que debe parecer siempre impecable o “adorable”. Cierta
vez aseguró, aparejado con la figura de cera, que era “casi igual a él”. Y es
que en lo particular me suena muy extraño que una persona, así juegue muy bien
al futbol y tenga el nivel del referido personaje, sea adicto a esas
excentricidades y hago abstracción de que tenga mucho dinero. Y no en
bolívares, precisamente.
Y es que además, algunos gestos de
Cristiano Ronaldo llegan al desplante, sus malas maneras dejan impresa su
arrogancia y una desmedida muestra de superioridad. O sea, muchas de sus
posturas van más allá de un jugador de futbol sin importar su calidad
excepcional, su fama y sus euros en abultadas cuentas bancarias. En el último
encuentro, hace poco, y que perdió con su archí rival del Barcelona, fue pitado
a rabiar por los que antes, una hora y media apenas, lo ensalzaban y
mimaban. Y antes de marcharse del
estadio que lucía colmado de personas, y en medio de la ensordecedora pita, miró
hacia las tribunas en silencio, terriblemente contrariado y durante varios
segundos, y quizá pensando: “¿Qué más quieren de mí? ¿No basta con todo lo que
les he dado? Hace unos días fue amenazado con una multa por hacer un gesto
testicular a un árbitro enfrente de niños y damas que le siguen. Pero, a pesar
de sus poses extravagantes y malcriadas, a veces obscenas, sus admiradores
siguen disfrutando sus hábiles jugadas y maestría con el balón. Y sus goles,
sin duda.
Comentarios
Publicar un comentario