“Y después
de 500 años los persiguen todavía”
Por Eduardo Correa
Sucedió
hace poco en Méjico y el autor de la “persecución” es Lorenzo Córdova, que es
el presidente del Instituto Nacional Electoral, y cuya voz apareció en una
grabación hecha pública donde profirió epítetos denigrantes que rayan en el
desprecio, la burla y la infamia contra el
pueblo aborigen mejicano. Y esta historia se originó en una reciente visita que
un grupo de nativos hiciese al organismo comicial con el propósito de opinar en
un asunto que consideraron pertinente. Al marcharse los visitantes, el
funcionario entró en risas y burlas junto a otros compañeros de juerga e
improvisó lo siguiente, una vez terminada la reunión que se caracterizó por su
brevedad: "No mames, no voy a mentir, te voy a
decir cómo hablaba ese cabrón: 'Yo jefe gran nación Chichimeca, vengo
Guanajuato, yo decir a ti o diputados o para nosotros, no permitir elecciones”.
Y la infame divagación se escuchó con mucha claridad en el audio y, por
supuesto, que fue acompañada con estridentes y babosas carcajadas.
Poco después de que se filtrara la conversación, el consejero presidente -¡vaya nombre del
cargo!, ¿no?- del instituto gubernamental se disculpó por los comentarios y
aseguró que “en toda su trayectoria ha probado su respeto a los pueblos
indígenas y a todas las minorías”. Y uno no puede menos que decir de estas
palabras, que Impresiona la cara tan dura de este individuo, ¡por Dios! Y también,
respecto de esto último proferido por este ser, dirían en mi pueblo con sorna:
“Menos mal, mijito, que respetas a esa gente, porque si no, imagínate lo que
serias capaz de hacer. ¡No juegue!”. Por cierto que este hombre locuaz, lo digo
por aquello de “lengua larga”, aseguró que él es académico (¿?) y que iba a
demandar a los responsables de haber filtrado la grabación y que ello era “un
ardid político de sus enemigos”. Esto me parece haberlo escuchado repetidas
veces en alguna parte, ¿cierto? Y además, pareciera que este hombre blasfemo
pretende esconderse detrás de quienes filtraron su despropósito y culparlos por
haberlo hecho conocer. Por ahora, densos sectores de la sociedad mejicana dejan
oír sus fuertes protestas por las ofensas de este “académico funcionario” y
piden, al menos, su renuncia. Y no puedo evitar, citando el contexto histórico
y trasladando lo dicho por Córdova a la época de Pancho Villa, Emiliano Zapata
o José Madero, luchadores sociales de Méjico, preguntarme qué habrían hecho
ellos con este político responsable de zaherir a este pueblo ancestral.
Y
valga decir que la frase del título, que pertenece al compositor y trovador
guariqueño Reynaldo Armas e inscrita en su excelente canción folclórica
“Génesis”, no pierde vigencia, lamentablemente. En América, estas etnias o lo
que queda de ellas, dicho sea con respeto, han sido sojuzgadas a través de las
edades y hoy los grupos sobrevivientes son perseguidos por las enfermedades,
por el hambre y las miserias en general. Y como si no bastara eso, los
persiguen algunos funcionarios públicos contando también policías y militares. Los
Estados y sus Gobiernos, después de siglos, aun siguen manteniendo una deuda enorme
con estos americanos nacidos en el norte o en el sur o en el este y oeste. Sus
niños, sus mujeres y sus hombres, muchas son las veces que se mueren de mengua
en la cara de los gobernantes, sin que haya habido modo alguno de que se
alivien, por lo menos, sus penas. Y no son pocas las ocasiones en que se les
ven por las calles y plazas de las ciudades, en cualquier parte del Continente,
literalmente pidiendo y haciendo de mendigos, arrinconados como vulgares
delincuentes. Ellos son los parias que una vez fueron despojados de sus tierras
y de su honor, agredidos y también muertos. Y en la práctica hay pocas leyes
que los protejan y cuando aparecen legalmente, casi siempre no pasan de estar
en esos libros jurídicos bien guardados en los estantes de las bibliotecas u
oficinas ministeriales. Es, simple y llanamente, letra muerta, al igual que sus
esperanzas y sus formas de vidas.
Recordemos la manera en que los retrató magistralmente el bardo
venezolano Ali Primera, con su canto imperecedero, en una de sus realistas
poesías cantadas: “La curiara rio abajo, un indio y un
guacamayo, cuatro monos y un tucán, se los comprarán baratos porque en nombre
del Estado esa es la ayuda que le dan”. Y por último, un pensamiento del
inmortal Mahatma Gandhi: “Primero te ignoran, luego se burlan de ti, después te
acatan y finalmente tú ganas”.
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