(Uno)
¿El titulo de este artículo es común y corriente o
extraordinario? ¿Puede sorprender una expresión como esa en estos tiempos de
apostasía? En nuestro caso fue así, sin lugar dudas y, precisamente, nos
sucedió cuando tuvimos acceso por primera vez a este tipo de escritura y sobre
todo, claro está, por el hondo contenido de la misma y doblemente sorprendidos por quien nos dirigía ese tipo de mensajes.
¿Dios mismo mostrando Su gloria y hablándonos en una época que se caracteriza
por una drástica reducción en la fe? Si eso no impresiona, ¿qué entonces? El diálogo Santo que vamos a mostrarles de
seguidas va dirigido con un afecto especial a quienes viven la primera virtud
teologal, a los que dudan y a los que “sufren” de apostasía. Que sus corazones
reciban estas palabras de Aquel que jamás olvida a su Creación y que es
feliz cuando lo reciben, que mira con
atención a quienes les asalta la incertidumbre y que siente tristeza cuando lo
rechazan.
Introduzcámonos,
pues, en este maravilloso mensaje que viene de lo alto impregnado de luz. Helo aquí.
Dice Vassula, Su mensajera: “Dios me
dio una visión: -Alégrate,
Vassula, y comprende que Yo, Dios, soy uno. Yo quiero mostrarte un poco más de
Mi Gloria. Hija, ¿sabes cómo ha sido creado el Cielo? -Por Ti,
por medio de Ti. -Sí, Yo he medido la longitud,
altura y profundidad, y todas las dimensiones son Perfectas. Cada pequeña
criatura viviente viene de Mí y es, realmente, Mía. Todo tipo de vida viene de
Mí, Mi Soplo es vida. ¿Quieres saber más de Mis Obras Divinas? -Sí
Señor. -Entonces, demos un paseo por Mi
Gloria. -Me encontré, en la presencia de Dios, paseándome en un jardín
espléndido, lleno de colores, inundado de luz, pero no de un sol como el
nuestro. Al andar, vislumbré una enorme bola de luz tocando el horizonte. Era
como un gran sol, pero se le podía mirar fácilmente, sin lastimarse los ojos. -¿Cómo te
sientes, hija?-¡Esto es tan maravillosos y tan extraño!-¿Qué ves? -Una
especie de sol. -Sí, es Mi
Santa Morada ¿qué es lo que ves alrededor de esa Luz? Al
principio, vi unas manchas que se movían alrededor de esa luz; luego precisé
que esas "manchas" eran pequeños ángeles, que le rodeaban. Parecían
millones.-Son
Querubines que circundan Mi Gloria. ¿Qué más ves?
-Escaleras que conducen al interior del sol”.
-“Entremos
en esa Luz. ¿Estás preparada? Quítate los zapatos, pues entramos en terreno
sagrado. Ahora, ya estamos en el interior de la Luz. Al entrar, yo creía que me iba a encontrar en una
luz brillante; pero no, todo era de color azul. Lo que más me impresionó era el
silencio, una sensación de Paz y Santidad. ¡Era extraordinario! Estábamos en el
interior de una esfera. -Sí, es una esfera. El
"muro" que nos rodeaba, no era un "muro", sino seres
vivientes; eran ángeles, un muro de ángeles. El "techo" era una especie de bóveda formada por ángeles. Era
todos azules y eran millones, miríadas, colocados uno al lado de otro, formando
una "pared" sólida, cerrando la esfera”.
-“Mis Serafines vigilan este
santo lugar y Me adoran incesantemente. ¿Los oyes? "...Santo,
Santo, Santo es nuestro Dios, el Altísimo..." -¿Cuántos son, Señor? -Millares, hija, ¿sabes quién
es aquel, tan hermoso, con la espada de oro? -No lo sé. Vi uno que se
diferenciaba de los demás, pues tenía un color "normal", cabellos
rubios hasta los hombros, vestido con una larga túnica resplandeciente de la
más pura blancura. Tenía en la mano una bellísima espada de oro. -Vassula, la espada es Mi
Palabra. Mi Palabra es pura, ella traspasa e ilumina. De
repente, la bóveda se abrió como una flor.
-Mira, pequeña, intenta discernir.
Yo estoy junto a ti y te ayudo. Tú verás ahora, encima de ti, la Batalla Santa
que tiene que llegar. Oh, hija, mira con atención a tu alrededor y comprende
que el mal existe. ¿Ves algo? Cuando la "bóveda" se
abrió como una flor, vi en primer lugar caballos con ojos negros, aterciopelaos
y feroces. Después, esta imagen se alejó y vi desarrollarse una batalla”.
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