Carta a mi Gringo querido:
Querido Gringo:
A ti te escribo mi niño y te llamo Gringo,
aunque también te conocen como Ángel Eduardo. Quiero recordar en esta nota que
cuando naciste anotaste tu primer gol....!Goooolllll...cantaron
contentísimos tu primera gradería que estaba compuesta por tu madre María
del Valle, quien ocupó el lugar VIP !claro!, ella te parió... Y después
completaban los demás asistentes al partido ¿o al parto? o sea, tu advenimiento
al mundo. Y había un observador muy especial que miraba desde arriba, miraba y
sonreía viendo aquella alegría colectiva, carreras por allá y carreras por acá
gritando que había nacido un niño blanquito y chirriquitico que comenzó
llorando y después pellizcando... ¡qué contentos estábamos todos! Ah, pero yo
también anoté mi tanto en el gol que fue tu nacimiento... ¡También llevo tu
nombre! ¡Eduardo! Por si no lo sabías. Y alguien dijo que parecías un angelito
y entonces Gorrin dijo: "Se llamará Ángel Eduardo"... Pero ya María
del Mar me había soplado antes que tú llevarías mi nombre y recuerdo que le
dije sorprendido: ¿Si? ¿Y eso? ¿Por qué será? Y ella me respondió: " Yo no
sé, papá, debe ser por Eduardo Sabelli". Se refería a un tipo que
trabajaba con nosotros en la alcaldía". Y nos echamos a reír a carcajadas.
Yo me hacía el pendejo con esa pregunta, pero claro que era por mí. Y Gorrin me
hizo ese homenaje. Y yo también colaboré y te llamé posteriormente
"Gringo" por tu blanca piel. Y así te quedaste.
Y fueron pasando los días, los meses y los
años...y tu corriendo para allá y para acá, sin cesar, y agarrando las cosas y
tumbando también...y cuando ibas a las tiendas siempre querías un carrito...un
awguil...y si te decían que no ¡a llorar se ha dicho! Y formabas un
zaperoco...hasta que escuchabas: "Esta bien, compremos el carro al
muchachito ese para que se quede tranquilo"... Y ahí si dejabas de llorar
de inmediato y te brillaban los ojitos... Al tiempo tenías tremenda colección
regada por todas partes, y te decían: “Muchacho recoge esos carros o te los voy
a botar". Después los tenías acomodados y guardados en sus cajas. Como
debe ser. Si hubieses recogido las lágrimas que derramabas por los carritos
esos llenabas algunos litros, Gringo. Y son tantas las cosas tuyas, las que
hiciste, que jamás cabrían en una carta tan pequeña como esta. Fueron muchas las
veces que yo te visitaba en Barquisimeto junto a Mirian, María del Mar y
Jormito e íbamos al centro comercial Éxito, ¿te acuerdas? Después al
Bicentenario o Babilon o al Sambil...y comíamos, bebíamos, gritábamos...y tú no
desperdiciabas tiempo para decir: "Abuelo, quiero comer helado" y yo
te decía: "Si, está bien, en un rato comemos"... Y te guindabas a
gritar "No, yo quiero orita" y Gorrin se te quedaba viendo fijamente.
. . y yo le decía: “Tranquila, hija, que ya lo vamos a complacer. Y cuando nos
regresábamos para Acarigua yo acostumbraba darte a ti y a Del Rio unos
billeticos para la merienda. Cuando te daba lo tuyo lo tomabas sin ganas
y refunfuñando: "Que va a alegrar eso", refiriéndote a la
cantidad que considerabas poca. Pero lo hacías pocas veces porque casi siempre
te gustaba la cantidad y se alegraban tus ojitos.
Y debo decirte que tú eres un niño con el
privilegio de tener una hermanita la hermosa y gentil María del Rio, siempre
junto, compartiendo y jugando. Algunas veces se peleaban, pero mamá Gorrin
intercedía y los aplacaba. Que cosas, ¿verdad? Pero ya estás crecidito y tu
comportamiento mejora cada vez más y eso alegra a mami, a tu abuela y a todos
nosotros. Y a medida que vayas creciendo iras cambiando y llegarás a ser un
modelo de muchacho y luego un hombrecito de bien, estudioso y aplicado, ¿no es
cierto? Y después vendrá lo mejor y será como una partida de fútbol, tu juegas
de delantero por la banda derecha, corres, y un compañero te pasa el balón y tú
lo tomas y avanzas al arco, enfrentas al portero, chutas y...
gol...gol...gol...levantas los brazos y todos corren a abrazarte cual Messi de
la historia...!Y tú meterás el gol de tu vida!, y saldrás victorioso en tus
estudios y te convertirás en un hombre justo...¿Estamos de acuerdo?
Y hasta aquí esta carta, Gringo, luego te
escribo otra...aunque ya la escribí en mi corazón con letras de amor, ese amor
que siento y siempre sentiré por ti... ¡No me olvides!, así como yo no te
olvidaré jamás y nunca... ah, y de lo último que me constaste fue de un sueño
tuyo que tuviste y donde jugabas futbol como integrante de ese de tu equipo el
Barcelona, de Messi,…y te viste haciendo un ¡golazo de chilenas!. . . ¡nada más
y nada menos!, gringuito. Y ahora si de ultimito ultimito…un día reciente nos
diste una gran alegría al visitarnos en Acarigua, y hablamos mucho, de todo un
poco, yo te pregunté por tu teléfono al notar que no lo cargabas y me dijiste
que se te quedó olvidado en Barquisimeto…”Abuelo, me di cuenta que no tenía,
pero ya habíamos salido y le pedí a mi abuela que volviera y dijo que no . . .
y ahí te atajé y te dije que yo sabía lo que había dicho y la forma cuando le
pediste que regresara: “Ah no, yo no me voy a estar regresando a buscar ningún
teléfono”…Te reíste viéndome al momento que me decías: “Na guará, abuelo, tú si
conoces a mi abuela…así mismo me dijo, así mismo, y nos reíamos. Bueno, Gringo,
te quiero un montón!...y el montón es tan grande como millones de balones de
futbol juntos. . . y de todos los colores… jejeje
Tu abuelo, Eduardo Rafael
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