"RECIBE DE MI PARTE QUINCE BESOS" . . .
Sí, quince besos para una princesa de nombre MARIA DEL RÍO, también conocida como PATRICIA YORGELIS, por sus quince hermosas primaveras y los primeros vinieron del Cielo de parte del Padre Creador que bien se sabe nos creó por amor, son una especie de ósculos santos, del latín unculum que significa igualmente caricia divina. También los humanos se manifestaron, obviamente, y llegaron (los besos) desde EEUU, de El PERÚ, de MÉXICO, de VENEZUELA, claro está, los más. La fiesta del beso? Sí, los quince años de Patricia se pueden llamar así: "La fiesta del beso", Qué lindo, no? Fue una linda noche que le depararon sus familiares y amigos, fue una noche espectacular, hermosa y única.
Puede decirse que Maria del Río se creció en la crisis. No la detuvo nada. Ella se lo mereció y eso es indiscutible. Allí estaban casi todos cual legión de amor para festejar a Patricia en esa noche memorable.
De pronto nos invadió la penumbra y la música llenó la estancia con el vals de "las mariposas": . . . "Dime si tú quieres bailar, corazón, el vals de las mariposas, conmigo" y luego "Tchaicoski" con sus hermosos cisnes, y allí en medio "la bella novia" trajeada de verde mar que sus movimientos al compás hacían ver su vestir azulado. Y era Patricia "La más bella de las mariposas", realmente. Los aplausos se dejaron sentir atronadores, aunque eran musicales también, al menos de ese modo se sintieron y escucharon. Todos de pié con salvas y alegría contagiosa. Incluso hubo lágrimas, lágrimas de amor. Y es que esa noche inolvidable semejaba también parabienes, esperanza, no era para menos. Cada mesa la ocupaba un grupo festivo que irradiaba risas y contentos. Camaradería pura. Y fueron transcurriendo las horas en un bullicio enternecedor y delicioso, con mucha música, entre bebidas y comidas propias de la ocasión, tortas y golosinas. Era una noche encantadora. Fueron los quince años de Patricia Yorgelis Mendosa Correa, un festín para el recuerdo como debe ser, fueron "Los quince de Del Río". El gallo madrugador, a lo lejos, dejó escuchar su tañido característico . . . y era una especie de música también.
Pero no era el final, era el comienzo de un recuerdo feliz que se acomodó para siempre en la mente y en el corazón de todos y en especial para MARIA DEL RÍO . . . fueron sus quince besos dados por muchos como singular testimonio de lo mucho
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