Carta “a mi hija” Patricia Mendoza Correa
Mí querida Patricia o también conocida como María del Río:
Cuando
naciste fue un día maravilloso e inefable y desde ese momento te convertiste en
mi pedacito de Cielo, ese que trajo luz y esplendor a mi vida, y al pasar de
los años ese pedacito de Cielo ha ido brillando, creciendo y trayendo alegría
indescriptible a mi existencia y a todo lo que me rodea y te digo que jamás
dejaré de darle gracias al Creador por darme regalo tan hermoso, tan bello y
tan único. Y es por eso que cada minuto, cada hora, cada día y cada año que he
vivido contigo es como un rayo que brilla
siempre muy dentro de mí llenando de colores mi derredor y elevando la
esperanza en mi quehacer. Ahora que caminas a tu Primera Comunión, ese pedazo
de Cielo que eres tú sigue creciendo cada vez más en persona y en acercamiento
al Señor, a Dios, tanto así que lo recibirás en la Eucaristía que es Su Cuerpo
y Su Sangre ¡Bendito sea Dios! ¡Qué maravilla! ¡Qué hermosura¡ ¡Gracias
infinitas, Señor Jesús!, en mi nombre y en el de Patricia, a quien conocemos
también como María del Río, familiarmente.
Dios
lo es todo, mi niña, y esa tu Primera Comunión te llena y te honra a ti, al igual que a mí que te quiero un mundo. Te felicito, hija
querida y agradezco a Dios, a ti, a tu madre María del Valle, a tu abuela
Dilcia, a tus maestras y a todos quienes de una forma u otra hayan coadyuvado y
estimulado este paso tan hermoso, tan espiritual y tan feliz. Este paso que das
“Se considera como la primera experiencia de revelación espiritual, en estado
de consciencia, que vive un católico y marca así el inicio del relacionamiento
espiritual consciente entre el creyente y Jesucristo manifestado entre Su
Cuerpo y Su Sangre en el sacramento de la comunión”. Hoy estoy feliz por lo que
haces y sé que tú también estas muy feliz, Patricia del alma, porque, ¿acaso
puede haber algo más hermoso y más grande que creer y caminar con Jesús? No lo
hay, hija, y repito que Dios ¡Es lo máximo!
Y como dice San Miguel Arcángel ¿Quién como Dios?
Recibe
un beso y un abrazo mi niña y que Dios y la Virgen te sigan bendiciendo.
Tu
papá”,
Eduardo
Rafael
Comentarios
Publicar un comentario