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"Me clavaron primero las muñecas..."





“Me clavaron primero las muñecas…”
    
 Jesucristo cuenta Su Crucifixión    (y dos)

           
 Por  Eduardo Correa

        
      En la primera parte dije que el texto había sido tomado de los libros La Verdadera Vida en Dios, y que los mismos fueron dictados por el propio Jesús a partir de 1985, y la egipcia Vassula Ryden fungió de mensajera. Es pertinente agregar que algunos supuestos conocedores de la sagrada Biblia, en el mundo, dijeron que ya todo había sido dicho y con ello ponían en duda y negaban la veracidad de Los Mensajes. Sin embargo, han sido millones en el planeta quienes los han acogido con beneplácito y regocijo, e incluso miles y miles se han convertido al cristianismo al reconocer en esas palabras al Hacedor. Y a propósito, Jesús acotó en los mismos textos: “No digas que todo lo que Yo tenía que decir, ha sido dicho. ¿Por qué limitarme en vosotros mismos?  Vuelvo, entonces, con el final de la Crucifixión. Y digo yo: “El que tenga ojos que vea”. 
       
        “Hija, ¡qué pesada era la Cruz que tuve que llevar¡ Avancé, a tientas, hacia la puerta. Mi camino era marcado por el látigo que me golpeaba. Yo intentaba ver el camino a través de la Sangre, que Me quemaba los ojos. Sentí, entonces, alguien que Me enjugaba el Rostro, mujeres llenas de pena se acercaron para lavar Mi Rostro tumefacto. Yo las oí llorar y lamentarse, las sentía: “! Benditas seáis ¡”  les dije. “Mi Sangre lavará todos los pecados de la humanidad. Ved, hijas Mías, el tiempo de vuestra salvación ha llegado”. Me levante con dificultad. La multitud se había enfurecido. Yo no tenía ningún amigo a Mí alrededor; nadie estaba allí para consolarme. Mi agonía parecía aumentar y caí por tierra. Temiendo que Yo muriese antes de la Crucifixión, los soldados ordenaron a un hombre, llamado Simón,  que llevase Mi Cruz. Hija, no se trataba de un gesto de bondad o de compasión, sino de conservarme vivo hasta la Cruz”.
       
      “…Cuando llegamos al monte, Me tiraron al suelo, Me arrancaron los vestidos y Me dejaron desnudo, para exponerme a la vista de todos. Mis heridas se reabrieron y Mi Sangre corría por la tierra. Los soldados Me dieron vino mezclado con hiel. Yo lo rechacé, pues tenía dentro de Mi la amargura que me habían producido Mis enemigos. Me clavaron primero las muñecas, y después de haberme fijado a la Cruz con los clavos, estiraron Mi Cuerpo, y Me atravesaron los Pies con violencia. ¡Hija Mía, oh hija Mía, qué sufrimiento! ¡Qué agonía! ¡Qué tortura para Mi Alma!  Abandonado por Mis bien amados, renegado por Pedro, sobre el que Yo Mismo había fundado Mi Iglesia; renegado por el resto de Mis amigos, dejado completamente solo, abandonado a Mis enemigos, lloré. Mi Alma estaba colmada de dolor”.
        
       “Los soldados levantaron Mi Cruz y la colocaron en el agujero preparado. Desde donde Me encontraba, contemplé a la multitud. Intentando ver, con dificultad con Mis Ojos hinchados, contemplé entonces al mundo. No vi  ningún amigo, entre todos los que se burlaban de Mí. Nadie vino a consolarme. “¡Dios Mío, Dios Mío! ¿Por qué Me has abandonado? Abandonado por todos los que Me amaban.    …Mi Mirada se posó entonces sobre Mi Madre. Yo la miré y nuestros corazones hablaron –Jesús quiere decir que se comprendieron sin articular palabra, solo con el Amor de Sus Corazones-. “Te entrego a Mis hijos bien amados, para que sean, también, tus hijos. Tú serás su Madre”. Todo se había cumplido y la salvación estaba próxima. Vi abrirse los cielos y todos los ángeles estaban petrificados y en silencio. “Padre Mío, en Tus manos encomiendo Mí espíritu. Ya estoy Contigo”. Yo, Jesucristo, te he dictado Mi agonía. Lleva ahora Mi cruz, Vassula, llévala por Mí. Mi Cruz implora la Paz y el Amor. Yo Mismo te enseñare el Camino, porque te amo, hija Mía”.    
       
       Finalmente, reitero la dirección www.tlig.org, por si quieren saber más de tan interesante asunto. Así de sencillo.

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