Las cosas que me dijo Jorge Guerrero
Por Eduardo Correa
Una noche nos vimos en Barquisimeto y fue en casa de unos amigos admiradores del trovador apureño que cortésmente
nos permitieron tenerlo al alcance, dado
que Guerrero, hoy por hoy, no es fácil
acercársele y entablar una conversación con él y la más de las veces ni un
saludo directo ni mucho menos un apretón de manos. Y valga decirlo, no es
porque el intérprete del sabroso joropo, “Remembranzas del Guerrero,” así lo
quiera, sino porque es humanamente comprensible que se pueda atender y
relacionarse con una multitud, que no más al verle, se le va encima. Es más, le
cuesta mucho subir a la tarima, y bajar de ella, debido a la aglomeración que
cada vez, en sus presentaciones, le aborda. Y
sus propios custodios, quienes tratan de dirigirlo y permitirle avanzar,
lo consiguen a duras penas. Porque, no es solo al cantor, es también a la
persona, a su forma de ser, a su humildad y a su carisma desbordante al que
persigue la multitud. Hay que verlo para creerlo.
Por eso, esa
noche, en la ciudad “del cuatro y el corrío”, no podíamos desperdiciar la
ocasión de saludarlo personalmente y hablarle de algunos temas. En cuanto llegó
nos saludó gentilmente y nos dispusimos a conversar, y en cuanto pude le
comenté la situación que había vivido, hace unos años, en Valle de la Pascua
cuando fui de visita. En los días que duró mi estancia el tema obligado era
Jorge Guerrero, y apenas llegaba este a la ciudad, sin saber cómo, el pueblo se
enteraba y en seguida la comidilla y de
boca en boca: “Guerrero está en La Pascua,
esta noche canta en tal parte, allí nos vemos. No podemos fallar”. Vaya
popularidad. Y sus canciones sonaban en cualquier parte. Los grupos en las esquinas con sus
reproductores, en los vehículos, en las casas y en los que caminaban tarareando
alguno de sus temas pegados. Era una especie de “guerrero-manía”. El cantor de
“Plomos de felicidad”, me dijo: “Sí, yo
le tengo muchísimo agradecimiento a ese pueblo, allí he tenido un apoyo
incalculable y un cariño bonito, como en todo el país. Yo no podría pagarles
tanto amor”. Y le hablé del tema que compuso y le dedicó a la tierra de
Leonardo Infante, “Agradecimiento”. Y es que ese tema adquirió especial
relevancia porque surgió como respuesta a la actitud que asumió ese pueblo
llanero cuando supo del percance que sufrió Guerrero con su voz. Fueron días
difíciles en la carrera del nativo de Elorza, y el valle pascuense se sintió
compungido y su solidaridad fue automática, así como sus admiradores en la
geografía nacional.
Cuando le comenté
respecto de la multitud que siempre le abordaba, me dijo: “Eso es algo que no encuentro como explicar. Me duele mucho no poder
saludar a cada uno y corresponderles como bien se merecen, pero es físicamente
imposible y hago esfuerzos tratando de
que ellos comprendan”. Entonces me contó lo sucedido ese día en Las
Trinitarias, de Barquisimeto. Guerrero iba de lentes oscuros, con su gorra
calada y de vestir sencillo, y aún así fue reconocido y unas personas le
abordaron: “Señor, ¿usted es Jorge
Guerrero? Y enseguida el autor de “De nuevo en el arpa” les atendió
amablemente y firmó varios autógrafos. Asimismo,
me comentó de la casi imposibilidad de realizar algunas de sus diligencias
personales, debido a la multitud que se agrupa nada más al conocer de su
presencia, como por ejemplo asuntos bancarios. Y ahí le gasté una broma, al
decirle: “Bueno, Jorge, cuando necesites
llevar dinero al banco, yo te ayudo y evitamos inconvenientes”. El se
limitó a reír y celebramos la chanza.
Esa noche la
señora de la casa sirvió unos tragos, pero el trovador estaba cumpliendo
rigurosamente con el tratamiento impuesto con el fin de reponerse del problema
vocal surgido unos meses atrás. Se fue a dormir temprano. Al día siguiente
debía cumplir con un compromiso propio de su oficio. Antes de partir, me
expresó enfático: “Fama, lo espero allá
en Elorza, en el fundito mío”. Al agradecerle, le respondí: “Esta bien, yo voy. Quienquita y podamos
cachilapear”. Y en enseguida la respuesta terminante: “Que va, fama, yo soy un hombre muy sano y honesto”. Le aclaré
con una sonrisa que se trataba de una broma, y Jorge Guerrero la aceptó con su
habitual amabilidad. Me quedé pensando que ojalá sea solo canción aquello de
“Se volvió a rasca el Guerrero”. Y finalmente, como olvidar su humildad
extrema, ante las preguntas que alguien le hiciera: “¿Usted es músico? –No, rasguño el cuatro. Y entonces, ¿que hace usted?
–Medio canto”.
La verdad q es una lastima escuchar a Jorge. Guerrero. Como canto en maní. Soy cantante. De sus. Temas. Bueno Algunos. Y antes era un cantante recio. Nunca supe que le sucedió a sus cuerdas vocales.
ResponderEliminarLa verdad q es una lastima escuchar a Jorge. Guerrero. Como canto en maní. Soy cantante. De sus. Temas. Bueno Algunos. Y antes era un cantante recio. Nunca supe que le sucedió a sus cuerdas vocales.
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