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Muchos hablan de amor, pero...




Muchos hablan de amor, pero…


      Habla la Negra Hipólita: “¿Ute ha visto? ¡Le va a pegá! ¿Y po qué le va a pegá? ¿Po que ute e su mamá? Esa no e razón: Yo también soy su mamá; su mamá somo la do. ¡No me le pegue al niño, misia Concepción!”



Por Eduardo Correa


      ¿No debe ser el amor  la palanca que nos sirva para impulsarnos a los estadios más sublimes en que debemos vivir los seres humanos? ¿Acaso puede haber un acto más excelso en la historia del mundo –y que debe pervivir en nosotros- que aquel que devino –por obra y gracia de Dios- en la natividad de aquel niño que la posteridad conocería como Jesús? ¿Puede haber una expresión de amor más grande que ese? Indudablemente que no. Y es conocido que el  vocablo  Jesús viene del latín y del hebreo que se traduce  como Salvador. Y está claro, además,  que es un acto de amor del Supremo en aras de librar a la humanidad del pecado, del odio y de la muerte.

         Pero el amor no es como muchos lo pregonan y practican, sino fijémonos en lo que nos dice monseñor Constantino Maradei, nacido en Ciudad Bolívar, sobre el verdadero amor: “La verdadera revolución que va a instaurar Cristo con su reino, estará afincado en el amor. El amor es palabra que está hoy en todas partes, hasta en los refrescos; pero, ¿hemos pensado en la profundidad y seriedad de esta palabra? Confundimos amor con sexo, y la pornografía nos invade por doquiera; confundimos amor con egoísmo, y la prostitución prolifera por todas partes; confundimos amor con comercio, y la mujer es explotada vilmente a través de los medios de comunicación social y en muchos actos de la vida misma. Muchos jóvenes proclaman amor, pero es un amor de alienación y evasión que se canaliza en drogas, licor y “dulce vida”; los adultos proclaman amor, pero es sólo defensa farisaica de sus “posiciones” y “sistemas”; las naciones proclaman amor, pero es sólo sed de dominios, que degenera en odios”. Debe sumarse que el padre Maradei, fue un venezolano ejemplar que  ejerció su ministerio en las diócesis de Ciudad Bolívar, Cabimas y Barcelona, y que además cultivó la música, la poesía y la escritura.  Sigue diciendo el prelado  respecto del amor: “Si el amor no se hace caridad, si el amor no mira el bien del amado, si el amor no es perfumado por el servicio, entonces el amor es ídolo, trampa y egolatría”.

         Hay muchísimas maneras de dejar constancia del amor y eso se sabe. Veamos  algunos paradigmas pertenecientes a grandes personajes, que indistintamente se distinguieron por sus obras y donde el amor fue el protagonista singular, pero esta vez en el campo de la literatura y de la poesía. Y  debe decirse que no fueron propiamente creadores, aunque algunos puedan escandalizarse con esto último dicho, y ello, en consecuencia, hace necesario que agreguemos unas interrogantes que pueden ser esclarecedoras: ¿Acaso no es Dios quien Crea  y el ser humano solo une, fabrica, descubre, produce, hace, con algo previamente existente? ¿No hay algo que existía antes y el hombre lo va transformando en cosas? Ejemplo,   ¿Eso  que se denomina “creaciones artísticas”  no son, precisamente, combinaciones de elementos preexistentes?  Dicho esto, sigamos entonces con el propio Libertador, quien plasmó brillantemente  con su pluma algo hermoso que bien puede apreciarse en este extracto de una carta enviada a uno de sus grandes amores, la francesa Fanny Duvillar,  quien fue una testigo especial de las expresiones amorosas del ilustre caraqueño y en donde refleja aspectos sublimes de su alma: “Querida prima: ¿Te extraña que piense en ti al borde del sepulcro? Ha llegado la ultima hora; tengo al frente el mar Caribe, azul y plata, agitado como mi alma por grandes tempestades…por sobre mí, el  cielo más bello de América, la más hermosa sinfonía de colores, el más grandioso derroche de luz. Y tú estás conmigo,  porque todos me abandonan; tú estás conmigo en los postreros latidos de la vida, en las últimas fulguraciones de la conciencia. Adiós Fanny; esta carta, llena de signos vacilantes, la escribe la mano que estrechó las tuyas en las horas del amor, de la esperanza y de la fe…¿No la reconoces, verdad? Yo tampoco la reconocería si la muerte no me señalara con su dedo despiadado la realidad de este supremo instante. Adiós, Fanny, todo ha terminado. Juventud, ilusiones, risas y alegrías se hunden en la nada, sólo quedas tú como ilusión serafina señoreando el infinito, dominando la eternidad...”.

      Revisemos   ahora a otro poeta ilustrísimo del mundo, el chileno Neftalí Reyes, conocido con el seudónimo de Pablo Neruda, que nos dejó esto en Veinte poemas de amor y una canción desesperada: “/Me gustas cuando callas porque estás como ausente/ y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca/ Parece que los ojos se hubieran volado/ y parece que un beso te cerrara la boca/.../Me gustas cuando callas y estás como distante/ Y estás como quejándote, mariposa en arrullo/ y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: /déjame que me calle con el silencio tuyo/”.

         Agreguemos y finalicemos  ahora con Andrés Eloy Blanco, honra venezolana, con un extracto de Coplas del amor viajero: “/Ansiosos se han emboscado/ /en mis ojos, mis antojos/ /y tú también me has besado/ /veinte veces con los ojos/. /y tu mano pasionaria,/ /aquella noche huyó en vano,/ /porque mi mano corsaria/ / fue gavilán de tu mano/ /Y has sentido que temblaban/ /tus labios en el café,/ /cuando mis pies se angustiaban/ /acorralando tu pie.../. /Pero te vas, sin dejar/ /ni una huella en el camino/ /sombra azul que cruza el mar/ /la borra el azul marino.../”.  

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