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Del temor a la especulación y otras argucias



Del temor a la especulación y otras argucias

    “Hay una falsa premisa de que como hay un ajuste cambiario, hay que ajustar los precios de todo. Eso es falso, es una premisa falsa que está vinculada a los valores especulativos”. Viceministro Ricardo Menéndez



Por  Eduardo Correa

    
      Les cuento mis temores. Hace unos días, específicamente el martes pasado, me di una vuelta por el supermercado El Garzón, el mismo que está ubicado en las instalaciones del deslumbrante Llano Mall. Me acerqué, como lo hago eventualmente, al stand de los electrodomésticos donde sobresalen los equipos de sonido y los televisores, y me sorprendió ver aquello desolado. Pero, ¿qué pasó aquí si la costumbre era ver y sentir ese ambiente lleno de música y de imágenes multicolores como estrategia de venta? De inmediato pensé que algo andaba mal. Y fue así como llegó a mi mente lo de la devaluación del bolívar de muy reciente data y que anda, cual perverso aguijón,   de cerebro en cerebro, y llanero como soy, de esos remolones, suspicaces y medio bellaco, como solía decir mi padre,  del llano también,  refiriéndose a lo astuto y sagaz. Me dije, llevando mi pensamiento a limites extremos: “Estos tipos nos están preparando una emboscada comercial y ya veremos, en cuanto  ´pasen  unos días, este lugar lleno de mercancía de la mencionada y con la costumbre y lo llamativo de siempre, pero eso sí, con los precios redoblados y sosteniendo que fue adquirida al dólar nuevo, es decir a 6, 30”. Una trampa, pues, fue lo que carcomió mi mente como comprador cauto y llevando al borde mi aprehensión.

     Y aquí es el momento de las grandes interrogantes. ¿En verdad los electrodomésticos que no tardaran en aparecer con precio nuevo –y que  presumo que están bien guardaditos en su stock- fueron comprados y traídos al país con la moneda extranjera revaluada? ¿Eso puede demostrarse? ¿Cómo hace un comprador común y corriente para verificar eso? Imposible que pueda hacerlo. Eso le compete a la autoridad del ramo, y aquí surge otra pregunta que rasga el alma del consumidor, ¿lo hará? ¿Comprobará si  ese paquete es o no chileno o asiático o gringo o japonés o venezolano? Vaya usted a saberlo.  Y no solo lo descrito puede suceder en el negocio de marras, sino que ya sucede, es lo que suponemos referidos a la alteración, en otro conocido supermercado de Araure que es Macro. El lugar de los tv y el sonido, que van desde  mini componentes a otros más sofisticados, ya luce vistoso y  provisto de lo necesario, a la espera de los adictos a la pequeña pantalla –ya  no tan pequeña- y de los melómanos que gustan del sonido espectacular, nítido y de altos decibeles. Por  ejemplo, un Tv de 32 pulgadas que costaba cerca de siete mil bolívares, ya le acomodaron casi catorce mil, y así sucesivamente. Y vuelve la inquietante pregunta, ¿los tenían encaletados importados a 4,30 o ciertamente los adquirieron con la moneda gringa a 6,30?

       De allí el valor que tienen  las palabras del vicepresidente Nicolás Maduro, proferidas  recientemente en forma alta y clara  respecto de que harían una exhaustiva revisión de los inventarios de los comerciantes y empresarios para cotejar que mercancía fue traída del exterior y a que dólar, y de esa manera corregir la distorsión, o mejor digamos la especulación, que los comerciantes y empresarios inescrupulosos estarían aplicando impunemente a los consumidores, que también es oportuno expresar llegan a lo compulsivo. Pero es materia urgente del gobierno y sus instituciones de rigor, declararse –si es que aun no lo han hecho-  en actividad permanente y asegurarse de que el comercio “no haga su agosto por esta época”. Y no hay que legislar para eso, porque instrumentos legales que atañen a ese campo  los tenemos de sobra, si cabe la expresión. Ahí no más está la  todavía nueva Ley de Costos y precios justos que viene al pelo. ¿Podrá el gobierno disipar esos temores y argucias   especulativas?

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