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Recuerdos tenebrosos del puntofijismo




Recuerdos tenebrosos del puntofijismo


 

Por Eduardo Correa


        
       Tal como apuntamos en el titulo, en la memoria colectiva nacional todavía subsisten esos recuerdos oscuros y malignos que ocurrieron en unos regímenes que no dudaron en llamarse democráticos. Pero tales periodos políticos tuvieron esos terribles lunares que, de una forma u otra, siguen inquietándonos. Y  es que –por sobre todas las cosas- no deben repetirse bajo ninguna oscura consigna –ni siquiera en miniatura- la situación de persecución política que se reflejó en la sociedad del puntofijismo y que casi fueron una constante durante el contubernio de los gobiernos de AD y COPEI. En esa  época hubo muchísimas expresiones de terror  que tuvo como victimas a muchos de los que asumieron con coraje el derecho de opinar diferente y de tomar posturas políticas que iban en contraposición con las que pretendían  implantar aquellos regímenes. Es cierto que existió una dura batalla  ideológica  entre los bandos en pugna y en donde no faltó la violencia, pero nunca debió llegarse a  las lamentables consecuencias que sumergieron al país de aquella época en duros enfrentamientos que no tuvieron exentos de  desapariciones, de sangre y de muerte.

         Aquellos gobiernos de entonces crearon los campos de concentración que se conocieron como los  TO -Teatros de Operaciones- y allí fueron a parar una parte de la generación que tuvo el valor de expresarse diferente a quienes gobernaban  y que pagaron –en muchos casos- con su vida tal osadía. Fue así como surgieron los tenebrosos lugares de Cachipo y  Tacarigua o la Isla del Burro –este fue administrado y dirigido durante la gestión de Rafael Caldera y que también en su época supervisaba  el propio Rómulo Betancourt.  A estos se les unieron cárceles como la de la Planta, la de Trujillo, la de Sabaneta, en el Zulia, la de Coro y el Cuartel San Carlos, entre otras. Aquellos gobiernos “democráticos”  tuvieron el tupé de realizar juicios masivos como el de Conejo Blanco, que era una especie de “estadio prisión” al mismísimo estilo del que realizaba el sanguinario Pinochet, en Chile. No puede olvidarse las detenciones masivas en el Guarataro donde caían también mujeres y niños. Y en esa “razzia” nada importaba si se era periodista, diputado o senador, escritor, intelectual, estudiante, agricultor, obrero o ama de casa. Bastaba con que no estuviera de acuerdo con el gobierno o que dijera algo en contra para ir en su busca. Muchos pagaron con su vida, tales fueron los tristes y dramáticos casos de Jorge Rodríguez, Iván  y Paramaconi Daza, que fueron sacados de sus calabozos   y torturados o fusilados.

         Imposible olvidar el doloroso caso del Chema Saer o la impactante muerte del profesor Lovera o la de Fabricio Ojeda que fue “suicidado” en su calabozo. La triste situación que vivió el preso político José Rafael Cova, quien se enfermó debido a las fuertes y salvajes  torturas a que fue sometido y que la opinión pública en conocimiento de aquello pidió su excarcelación  y que fuera llevado al hospital, pero el gobierno no accedió y murió en aquel infierno. Las cárceles estaban llenas de presos políticos y al gobierno –fuera este de AD o COPEI- no se detenían ante nada  para allanar el Congreso y llevarse detenido a cualquier diputado disidente sin importar su inmunidad. O allanaban sin pudor ni temor alguno la mismísima universidad como ocurrió durante uno de los gobiernos de Caldera con la UCV y cerrada por dos años. La lista  de todos aquellos venezolanos que fueron a dar con sus huesos a la cárcel por el delito de opinar puede resultar inmensa y dolorosa, que como hemos podido ver no estuvo exenta de sangre y de muerte. Allí están “vivos y acusadores” los muertos de Cantaura, la masacre de Yumare y tantos otros que enlutaron tantos hogares venezolanos y que claman aún por justicia.

         Muchos activistas políticos de hoy sufrieron en carne propia los rigores y las persecuciones  de aquellos gobiernos y hubo para ellos su ración de cárcel, tales fueron los casos de Agustín Blanco Muñoz, Américo Martín, Pompeyo Márquez, Luis Miquilena, Héctor Pérez Marcano, Gabriel Puerta, Argelia Melet y Teodoro Petkoff. Y no podemos terminar sin decir claramente que debe tenerse muchísimo cuidado, como expusimos arriba, con actitudes de gobierno o partido que lleven a parecerse a aquellas situaciones tenebrosas de ayer. No olvidemos nunca esos días tristes en que se enlutaron muchos hogares y pongamos ojo avizor con cualquier conducta impropia que sugiera o emule aquel infierno político y de gobierno que le tocó vivir a muchos venezolanos.   

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