Acarigua en apuros 2
Golpe de Estado, abril de 2002
Por Eduardo Correa
El sábado 13, en la mañana, todo era
confusión. Desde las oficinas de Contraloría Municipal seguíamos intentado
buscar información y establecimos un canal comunicacional telefónico – muy
frágil, por lo demás- con Florentino
Duarte y con Daniel Bastidas, hijo de la
profesora Adina Bastidas, quien fuera Vice Presidenta de la República y a quien
conocíamos por un viaje que hiciera a estas tierras. A ella le dejamos varios mensajes
grabados donde le decíamos de la situación
en Acarigua. En nuestra ciudad la cosa era muy agitada y tumultuosa y
como por arte de magia se habían desaparecido los grupos opositores, y por el
contrario comenzaron a aparecer las personas adeptas al gobierno, sobre todo la
gente del pueblo comenzó a llenar las instalaciones de la alcaldía,
desbordándose hacia las calles y avenidas. Éramos muy pocos los presentes que teníamos responsabilidades
de gobierno. ¿Dónde estaban los demás? Los comentarios generales era que yacían
ocultos, entre temerosos y estratégicos. Nosotros seguíamos “enconchados” en
Contraloría y salíamos a hablar con los compatriotas, que cada vez crecían en número en los
alrededores del Palacio Municipal. Algunos se dieron cuenta de nuestra posición
privilegiada y comenzaron a invadir nuestra “oficina”. Comenzamos tres personas
–es oportuno decir que el Contralor nos
permitía aquellas diligencias-, y ya por la tarde no cabíamos. Casi todos con
versiones encontradas sobre los sucesos
de Caracas, se peleaban por el teléfono. Recuerdo con precisión que le cedí el
teléfono a Omar Garcés, y de pronto José
Vicente Parra, concejal, se interpuso para impedirlo acusando a aquél de haber
defraudado –según aseguraba Parra- a los
trabajadores de una empresa de aceite comestible cuando este ejercía un
cargo directivo en el sindicato. Fuimos “muy
democráticos” con los equipos de comunicación allí y eran muchas las personas que hacían sus
llamadas. Aquel día fue muy interesante y lleno de sorpresas. Los diarios
locales publicaban una información donde el alcalde Douglas Pérez, decía: “Estamos
dispuestos a acatar las decisiones del nuevo gobierno”. Esto causó impacto en las huestes chavistas al
considerar aquello como una traición al proceso bolivariano. Agregaba el
burgomaestre que en su posición lo acompañaban los concejales, asunto este que
nunca los ediles aclararon. La interpretación posterior fue que el jefe de la
alcaldía había concertado esa declaración con uno de los jefes de la oposición
(algunos afirmaban que se trataba de Colmenares). Ustedes saben, buscando
reacomodo en el nuevo “gobierno”, sin importarles la apostasía. La primera
autoridad del municipio seguía desaparecida, al igual que los ediles. Algo
temían u orquestaban.
Los grupos opositores se
habían marchado a las oficinas de Fedecámaras, encabezados por Víctor Saer. Allí pedían a gritos la renuncia
de la gobernadora Muñoz, del alcalde y
de los munícipes. Allí estaban los partidos y personalidades de oposición,
entre otros, Genaro Godoy, Romano,
Pinto, Julio Bustamante, los dirigentes
magisteriales Pablo Rangel y Rubén
González, Saldivia, Rumbos, Carlos Casal. Este afirmaba que Argimiro
Mendoza “debía recoger sus maletas de la
dirección regional de salud”, además de pedir que la Muñoz renunciara. Por su parte, la gente de la
“Justicia”, encabezados por Villalba,
Piña y Lourdes Arienma, también pedían la cabeza de Antonia Muñoz, de Douglas Pérez y los
concejales, así como un juicio para Chávez, tal como se había hecho con CAP, recientemente.
Varios alcaldes solicitaron la cabeza de la gobernadora, entre ellos Armando
Rodríguez, Alirio Bonilla y Damacio Ramos. Mientras, en Guanare los
opositores encabezados por Iván Colmenares
asediaban el palacio Gubernamental después de una marcha, y exhibían carteles
con la siguiente inscripción: “Negra te
jodiste, se fue quien te parió”. En nuestro resguardo –la oficina de
control- continuábamos inquietos y con ciertos apremios. Duarte nos comunicó
que había esperanzas de volver al gobierno porque el general Baduel estaba
alzado en Maracay, así como García
Carneiro en Caracas. Aquella alegría se disipaba cuando salíamos afuera y
veíamos en televisión a la plana mayor autora del Golpe encabezados por Vásquez
Velasco...y ¡Carneiro! ¿Qué hacía allí con los conspiradores? Nos preguntábamos y volvíamos a la oficina.
Ya por la tarde, la alcaldía y sus alrededores lucían
completamente llenos. Se decían muchas cosas. Que Chávez iba a ser rescatado
por Baduel. Que Carmona había disuelto los poderes y se erigía en Dictador. Que
habían echado para atrás algunas decisiones. En la nochecita comenzaron a
aparecer “los desaparecidos del gobierno local y otros del Ejecutivo regional”.
Presumíamos que estaban bien “dateados” sobre el regreso del Presidente, ya conocida de improviso la renuncia de
Carmona, El Breve. Por nuestra parte, nos confundimos con el numeroso público y
entre saludos y optimismos nos decían: “Estamos
aquí por Chávez, no por Muñoz ni Douglas Pérez”. Aquello se repetía sin
cesar. Continuará.
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