Las empresas socialistas, ¿cómo andan?
Por Eduardo Correa
Antes de morir, el presidente Chávez,
como es sabido, propuso un gran debate
público en torno de los grandes temas que debe abordar el país. Y surgió la
oferta luego de haber asegurado seis años más de su rol como primer magistrado
nacional. Y decíamos en artículos anteriores que la ocasión la pintaban calva –sentido de la oportunidad, según el decir
popular- para una discusión sincera y sin tapujos y con el concurso de todos,
sin soslayar sector alguno y cediendo los espacios de rigor para ser
escuchados. Vano o flaco servicio se haría a la patria si se desdeñara las
opiniones de cualquier segmento social de la vida pública. Y no debe ser una
discusión de sordos y engreídos, sino que por el contrario se tienda la mano y
se haga una comunicación que resulte fértil y productiva. En esta oportunidad tocaremos el tema de las
empresas socialistas que existen a nivel nacional y regional. Repasemos,
entonces, brevemente, desde el punto de
vista conceptual, qué es una empresa socialista o capitalista, grosso modo. Toda fábrica capitalista persigue el mismo
fin: incrementar la ganancia. El empleado es el medio para lograrlo y su
bienestar figura poco o nada entre las metas del empleador.
En cambio, en una empresa socialista la
ganancia no se descarta, pero se concibe como parte del proceso necesario para
su crecimiento y sustentabilidad, con un fin distinto al capitalista: mejorar
la calidad de vida del trabajador con algo más que un salario. Corresponsabilidad,
solidaridad, democracia y unidad de acción son los valores que caracterizan una empresa socialista. O sea,
que las perspectivas de crecimiento satisfagan las elevadas exigencias de calidad
del venezolano.
¿Esto está sucediendo con las empresas
socialistas que en los últimos años han venido siendo manejadas por los
trabajadores? ¿Se cumplen completamente los valores citados? ¿O medianamente, si tomamos en cuenta su reciente data y fundación? ¿Qué información
se tiene al respecto y que pueda ser conocida
por el pueblo como tal? En nuestro
caso, tenemos información que fluye de
modo eventual a través de algún trabajador amigo o conocido, pero más
claramente se nos ha informado por los medios de comunicación social de su
operación y funcionamiento por
intermedio de un artículo de opinión que escribiera el diputado de la Asamblea
Nacional, César González, electo por el municipio Araure, quien, de manera
general, describió algunos aspectos. Y sostenía el legislador de Portuguesa, en
un tono aleccionador y constructivo, que algunas cosas no marchaban bien y
debían ser revisadas. Tales como que la gerencia, en el caso de algunas
empresas socialistas que funcionan en esta región, si no copiaban al carbón el
funcionamiento anterior –cuando regia la administración capitalista- se parecía
mucho. De allí que la nueva gerencia se comportaban simplemente como jefes, con
todo el mando bajo su control, y los trabajadores más allá, sin conexión con esos
mandos y ajenos completamente al lema de la corresponsabilidad, solidaridad,
unión y democracia, que hablábamos más arriba en el campo conceptual. Se
añadía, además, que producto de esa situación estaban brotando ciertos
disgustos en el seno de los trabajadores,
que de no tomarse en cuenta afectarían inevitablemente la armonía
necesaria y por ende su producción.
Todo aquello sin desestimar que no había reuniones periódicas donde se
discutiera con los trabajadores organizados la cuestión administrativa, el rol
de cada quien, ganancias, salarios y demás aspectos necesarios que lleven a la
unidad productiva, social, e incluso afectiva. Tanto así, que se habla de jefes
que siguen al pie de la letra lo que tiene que ver con choferes asignados,
escoltas, sueldos respetables y contrapuestos completamente con el de la masa
laboral. Sin dejar atrás otros privilegios, tal como se acostumbra en las
empresas manejadas con conceptos tan opuestos como el capitalista. He aquí otro tema interesante.
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