Uno de los grandes negocios del mundo
Por Eduardo Correa
No se trata del
negocio que lleve acabo cualquier magnate
petrolero de algún país desarrollado donde abunde “el
excremento del diablo”, llamado así por
el venezolano Pérez Alfonso, ni de alguien que se haya hecho rico porque
descubrió una mina de oro o plata. Ni
siquiera de los preciosos y muy cotizados diamantes de África. Tampoco del
rentable convenio que significa el
tráfico de drogas y de las armas, que bien se sabe son pingües transacciones.
Lo digo ya, y es el tráfico de personas. O como se le llama desde hace mucho,
la trata de blancas. Como puede verse, ¿existe algo más detestable u horrendo
que eso? Y de paso lo denominan “negocio”. Dios Santo, que trágico, ¿no? Y es
que no hablo aquí solo de la conocidísima prostitución, que en este caso es más
que abominable porque es coercitiva, es decir, impuesta u obligada y
transformándose luego en secuestro, sino también de la explotación laboral, del
tráfico de órganos, servidumbre y otras formas de esclavitud. Qué tenebroso,
¿no es cierto? Y ese “negocio” –permítaseme
las comillas- no está exento de lágrimas, y muy al contrario, casi que lo
identifica, y asimismo, tampoco escasea el dolor ni mucho menos la sangre y la
muerte.
Por ejemplo, en
Latinoamérica, la reprochable y desalmada actividad, arroja ganancias por el
orden de los 6. 600 millones de dólares al año, según estadísticas recientes.
Qué bárbaro, diría un mejicano para
expresar admiración, pero en el mundo produce
la impresionante cantidad de 32. 000 millones en billetes verdes. Es como para
obnubilarse, ¿verdad? Pero, no se me descomponga, que esa no debe ser la
actitud. Y es que la pobreza de las naciones, el éxodo de las zonas rurales a
la ciudad en busca de una forma de vivir mejor, es el caldo de cultivo que
conduce por los oscuros caminos de la perdición. Hace meses se realizó en el
Perú, en la Universidad Pontificia Católica, el Primer Encuentro Nacional de
Tráfico y Trata de Personas, y un funcionario de la OEA, aseguró que es uno de
los problemas más graves que existe en la economía ilícita y uno de los más
difíciles de combatir. Por su parte, Oscar Castro Soto, experto de la
Universidad de Puebla, en México, sostuvo que “las investigaciones en este tipo
de delito son incipientes”, y agregó en tono de lamentación “las leyes en muchos países no son lo
suficientemente fuertes para atacarlo”.
Véase ahora cómo
funciona una de las temibles redes del “negocio” que se especializa en la trata
de blancas y en la esclavitud sexual. La organización la llaman Yacuza y es una
de las más poderosas del mundo, la componen unos tres mil clanes con más de
cien mil miembros con sede en Japón y usan sus cuerpos tatuados como modo de
identificarse. Según la OEA, esta red mafiosa trafica cada año cerca de dos mil
mujeres provenientes de Latinoamérica y son llevadas bajo engaño con la premisa
de que serán convertidas en bailarinas famosas, en actrices, profesionales de
algún oficio o con jugosas ofertas para cuidar ancianos o niños. En ese ínterin
son vendidas a otros grupos, traspasadas y, por supuesto, explotadas sin que
haya forma alguna, las más de las veces, de que puedan escapar de su cruel
destino. Y si alguna lo logra, claramente queda marcada y debe hacer grandes esfuerzos para superarlo
ayudada por la sicología y otras ramas de la ciencia. De película, ¿no? Pero
nada más lejos de la ficción. Es una de las tristes realidades en que se
desenvuelve este mundo en su afán de pervertirlo todo. Algunos se preguntaran
¿Podrá detenerse? Claro que sí, con la ayuda de Dios, la fuerza de la fe, la
acción de las personas de buena voluntad y la implacabilidad de la leyes.
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