Un
discurso criminal, el
de ese ministro
Japonés
Por
Eduardo Correa
¿Perderemos la capacidad de asombro alguna
vez?, pareciera que no. Y es que cada vez se oyen las cosas más increíbles que uno pueda
escuchar o que, por insospechadas que fuesen, creíamos que no las
escucharíamos. De allí que expresiones que suelen dejar caerse, como esta: “Ya
yo perdí la capacidad de asombro”. O esta otra: “A esta altura de mi vida no
hay nada que pueda asustarme”, no bastarán. Pues, si, amigos, todavía hay cosas
que pueden espantarnos, y por asombrosas
que hayan sido. Y sin más preámbulos lean esto: El ministro de finanzas
japonés, Taro Aso, tal de raro es su nombre, pero no más raro y cruel que sus
expresiones, dejó caer las siguientes palabras recogidas por la prensa del
mundo, y en especial por el diario The Guardián, de Gran Bretaña, en su calidad de autoridad financiera del
lejano Japón: “Hago un llamado a los
ancianos de mi país a que se den prisa y se mueran”, espetó tajante, áspero
y criminal este alto “servidor publico”.
¿Que les parece? ¿Vieron que podemos escuchar y ver cosas como estas que
conmueven y entristecen el alma? El ministro de marras pretende aliviar las
cargas fiscales de su país con la desaparición de los viejitos. Impactante, ¿no
es cierto? O sea, ¿debe cortarse la atención médica a los ancianos y dejar que
se mueran de mengua, así no más, de acuerdo con este funcionario? Caramba, qué
corazón tan duro tiene este nacido japonés, y de pana lo digo.
Y el hombre siguió en su empeño criminal
cuando insistió en una reunión del Consejo Nacional de Seguridad ¿seguridad,
escribí? Sí, de seguridad, así lo mientan, al argüir que “el problema no se resolverá a menos que les dejemos que se den prisa y
se mueran”. Este señor, el Taro ese, corrijo, Aso, tiene más de 73 años.
Que ironía, ¡vaya! Aunque debemos pensar que entre esos que él dice que dejen
morir, en esa lista no debe estar ese ministro o su papá, es seguro, ¿verdad?
Pero, ¿a que se debe que esta autoridad financiera se aferre tanto al dinero
del Estado? Vaya usted a saber. Porque ni
siquiera la plata es suya en particular, es de los japoneses en general y por
ende les pertenece también a los adultos mayores, que no sé si les dicen así
por esos lares orientales. Pero el responsable de las finanzas fue mucho más
allá al arremeter contra las Unidades de Reanimación de Japón al sostener algo
así como que cuando caiga un anciano con un dolor o cualquier padecimiento
grave y sea llevado a esas Unidades, insiste en que no se les reanime o ayude y
que más bien se hagan los locos y los dejen morir. Fin de mundo, dirían mi
madre y mi padre, ante tal atrocidad.
Si revisamos un poco algunas cifras de
Japón, notaremos que su población está en el orden de los 128 millones de
personas y una cuarta parte de sus habitantes, es decir, unos 32 millones de
sus pobladores supera los 60 años de edad. De donde se desprende que de seguir
en el cargo el referido, pronto tendrá menudo problema con el manejo de las
finanzas con tantos sesentones vivitos y coleando, ¿no es así?
Queda algo más del susodicho, quien
también ocupó, hace cierto tiempo, el cargo de primer ministro, y dijo en ese
entonces a los pensionados “chochos” –así los llamó- que cuidaran mejor su salud
para que no se convirtieran en una carga para el Estado. Y vale preguntarse, ¿Cómo sería la actitud
del señor Taso Aro si tuviese todo el poder, algún día, en Japón? De seguro
pondría enfrente al paredón a todos los ancianos japoneses. ¡Dios Santo!, libra al mundo de personajes
como este que, cual Hitler de estos tiempos, lleva al Maligno en sus entrañas, ¿De acuerdo? ¿O les gustaría tener un ministro como ese?
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