¿O acaso una mezcla de las dos?. Eso nos lo preguntábamos a propósito de la consulta sobre la enmienda constitucional que acaba de obtener la mayoría popular. Y es que el argumento de algunos sectores para oponerse a la propuesta rayaba en la interrogante que planteamos en el título de este escrito -y aprovechamos para expresar nuestras excusas a aquellos que pudierán parecerles duros los vocablos- y que dejaban entrever que Chávez se iba a eternizar en el poder o que se iba a perpetuar o que iba a envejecer gobernando o que no habría manera de sacarlo del mando. Todo eso ocurriría si el pueblo votaba positivamente y aprobaba la enmienda, cuando en realidad sólo se trataba de la posibilidad de una postulación.
Porque, ¿quién podría pensar que se trataba de una ingenuidad de esos sectores minoritarios que buscaban influir en las mayorías? O quizás aquello obedecía a una estrategia electoral que tenía como norte engatusar a la nación en la falsa creencia de que los venezolanos son tontos, cosa que está muy lejos de la realidad porque deberían tener claro que el vulgo es sabio por naturaleza y que no se equivoca jamás. ¿Entonces por qué estos señores acuden al triste expediente de la soberbia o la estupidez? Claro está que siempre han pensado que ese pueblo se puede manipular, enredar o confundir y a eso le suman erróneamente que el soberano es amnésico o que no es capaz de percibir su tiempo y su propia historia sin importar que estos sean recientes o no. Pero la realidad nos indica que son precisamente estos grupos -en ese vano intento de menospreciar a las masas- las víctimas de esas apreciaciones o dislocaciones. Y hay hechos relativamente nuevos que pueden servirnos de ejemplo y que son profundamente aleccionadores cuando el pueblo quiere algo.
¿Puede olvidarse acaso que en 1998 cuando Chávez fue candidato a habitar Miraflores, esa parte de la oligarquía partidista y económica tuvieron la desfachatez de manipular de modo descarado e insolente a las instituciones del país en un intento por detener la carrera política del ex militar que amenazaba sus privilegios? Y fue exactamente ese mismo pueblo el que dio al traste con toda esa parafernalia extremista y grosera y eligió contra sus pronósticos al hoy Presidente. Ese soberano que siempre ellos ignoraban, despreciaban y explotaban "les pasó por encima" y no cayó en esa trampa del dinero y del uso delincuencial del poder al que se acostumbraron esas castas malévolas durante más de cincuenta años. Ellos tenían el dinero, los medios, la ayuda extranjera, las instituciones y una buena dosis de sentimiento antipatriótico y no pudieron.
¿O acaso se han olvidado también de lo que ocurrió durante los días 11, 12 y 13 de abril de 2002 cuando esos mismos grupos de la ignominia dieron un Golpe de Estado y fueron los hijos de Simón Bolívar -a quienes desprecian y tratan de manipular- los que los rechazaron con valentía al hacerle frente a la osadía y a la infamia? ¿No fue esa reacción popular llena de sentimientos patrios la que no permitió que se salieran con la suya? El pueblo salió y se jugó su propia vida y le devolvió a la patria de nuestros libertadores sus instituciones y su presidente. No hubo artimaña, dinero ni fuerza capaz de contenerlo con su verdad y sus creencias. Es cierto que ese pueblo puso los muertos y regó las calles con su sangre, pero evitó que la conjura de los desalmados se impusiera. Y será esa misma gente en su accionar mayoritario la que siempre velará por sus instituciones y sus más altos intereses y derribará cualquier obstáculo por más grande que este fuere, y siempre estará atento a su devenir histórico. ¿Por qué?, porque ha despertado y puesto sus ojos en su camino de redención y libertad. Y no habrá manera de apartarlo de la senda que se ha trazado, y sea cual sea el Goliat que se le atravesare en su devenir y en su ruta, él estará ahí cual sereno David con su honda y su piedra bien amolada.
Y que quede bien claro, cualquier desvío o máculas que puedan intervenir o manchar su porvenir, será demolida con su garra y con su conciencia, y en esto es menester incluir al mismísimo Hugo Chávez, si es que este en alguna circunstancia hiciera abstración de su compromiso y de su agenda histórica. No habrá modo de mantener engañado, manipulado o sojuzgado a ese "mosntruo de mil cabezas" como algunos le han llamado. Y después de todo que no se olvide que "la voz del pueblo es la voz de Dios". Así que en el poder debe quedarse aquel que el pueblo elija con su voto y con su fuerza y el que cumpla con sus expectativas.
Escrito por Eduardo Correa, y publicado en el Diario El regional, en Acarigua, estado Portuguesa, el domingo 22 de febrero de 2009.
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