“Solamente
una vez”
Por Eduardo Correa
En
medio del rodaje de una película y en un momento de descanso un actor se reúne
con otro, siendo los dos protagonistas del film “Las melodías de América”, y le
dice: “Agustín, te comunico que esta
será mi última película, ya no más”. El aludido se le queda mirando fija y
completamente sorprendido por lo que acababa de escuchar. ¿Qué? Pareció decirse. Si se trataba de un actor famoso de
Hollywood cuya fama había traspasado las fronteras, era reconocido en el
ambiente, tenía dinero suficiente y todo indicaba que aquello era lo suyo. Y es
que el interlocutor de esta historia es el indiscutidamente famoso y encumbrado
compositor y músico de Méjico, Agustín Lara, y su par José Mojica, conocido
tenor del momento, además de actor como queda dicho, reclamado por los
productores fílmicos, dada su trayectoria y sus logros en la pantalla grande.
O sea,
en pleno auge de su carrera y con los favores del público de su lado decidía
marcharse del cine y de su provechoso quehacer artístico. Dicho y hecho. Mojica
se retiró e ingresó en un seminario clerical. El impacto de lo dicho por su
amigo de actuación al gran Agustín Lara, quedó magníficamente reflejado, como
era de esperarse, en la canción “Solamente
una vez”, tema singular y virtuoso que después le daría la vuelta al mundo
y de la que se han grabado diversas y miles de versiones con la voz afamados
intérpretes: “Solamente una vez, ame en
la vida/, solamente una vez, y nada más/ una vez nada más en mi huerto brilló
la esperanza/ la esperanza que alumbra el camino de mi soledad .. .
Por
mucho tiempo esta hermosa y afamada canción pareció reflejar el amor de alguna
pareja, el amor profano tal y como se le conoce en el mundo de hoy y de ayer,
pero no, el tema refleja mucho más que eso, que de por sí no es que sea malo,
pero la letra traspasa más allá de lo cotidiano, de lo normal, era algo mucho
más esplendoroso y sutil, algo único, singular y para muchos insospechable,
aunque no para José de Mojica ¡Era el
llamado Dios ¡Y no lo pudo resistir! Además, ¿Quién podría? Mojica, como
quedó dicho, ingresó al Seminario, se hizo sacerdote, usó su voz de tenor y sus
hechuras en el arte y la música en beneficio de su nueva misión, mudó al Perú y
allí fundó un Seminario y dedicó toda su vida al servicio de Dios y de sus
semejantes. Murió a los 78 años.
Y
finalmente debemos acotar que de muy joven quiso ser cantante, aunque antes de
lograrlo pasó por muchas vicisitudes, pero también satisfacciones, tuvo que
lavar platos en un local de tercera categoría y pudo conocer a grandes
personalidades del espectáculo mundial, entre ellas al grandioso Enrico Carusso, que fue considerado el
tenor más grande de la historia, quien por cierto lo recomendó e hizo ingresar
a una compañía de enseñanza de canto lirico o bel canto, como algunos le llaman
y en donde era impensable que Mojica a título propio entrase. Aunque valga
decir que para el sorprendente e inolvidable José Mojica lo mejor de su vida se
la entregó al Señor, ¡obviamente!
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