Bolívar
abortó la conspiración de Carlos Manuel Piar
Por Eduardo Correa
Las conspiraciones
durante el proceso de la Independencia patria no fueron pocas. Piar, valiente
patriota, encarnó una de ellas. ¿Bolívar lo mandó a fusilar, per se, o fue juzgado imparcialmente por
un tribunal designado al efecto y que fue ejemplar en esa época al decir de
reputados analistas? Veamos: Manuel Carlos Piar había nacido en Curazao y
arrastraba algunos traumas surgidos de un supuesto oscuro origen que marcaron
su existencia y su accionar político y personal. Era un hombre con especiales
dotes: “Afortunado a la par que valiente, impetuoso para concebir y como el
rayo para obrar; terco en sus opiniones, altivo e impulsivo hasta la locura”. Piar
obtuvo algunos triunfos importantes y esto le envalentonó y alcanzó su máxima
expresión con la victoria de San Félix. Su mente se nubló y creyó que podía ser el jefe único de la revolución y dio
rienda suelta a su ambición.
Se dedicó a conspirar
directamente contra Bolívar y no cesó en sonsacar a Mariño, Bermúdez y otros
patriotas. Estos se negaron y siguieron siendo leales a la autoridad del
Libertador. Arismendi llegó a decirle al caraqueño: “El general Piar, quiero decírselo reservado, me da mala espina. A
este soldado le ha soplado mucho la fortuna y quien sabe a dónde irá a parar
todo esto”. El caraqueño respondió con firmeza: “No tema usted más de lo que yo temo, pero aquí no habrá conspiración
mientras yo respire con una espada en la mano”. Y siguió imperturbable.
Pero la ruptura entre los dos caudillos era inminente. Piar no se detuvo en su
desagrado y acentuó su conspiración, lo que ponía en peligro la vital unidad del ejército. Ante
su actitud, los jefes patriotas le dieron la espalda y convocaron una reunión
confirmando la autoridad de Bolívar. Al verse solo, Piar pidió la baja, aunque
Bolívar le respondió: “No insista usted,
la patria lo necesita. Si usted estuviera a cargo yo no le abandonaría”.
Ante su insistencia se le aprobó la solicitud de pasaporte. El curazoleño
continuó con su posición rebelde, desprestigiando al Libertador ante las
tropas. Se le intimó para que se presentara al cuartel y se negó. Bolívar nunca
desestimó el peligroso asunto y llegó a decir: “No pasará un mes sin que la faz de nuestros negocios hayan recibido
una alteración extraordinaria, sea salvándonos, sea perdiéndonos”.
Al
no presentarse el triunfador de San Félix a la intimación, se ordenó traerlo
prisionero y someterlo posteriormente a Consejo de Guerra. Ya Bolívar había
sido informado por Soublette, Manrique y León Torres de los pasos de Piar. El
Libertador se esmeró en que los integrantes del tribunal fueran completamente
transparentes y objetivos y que fueran oficiales de alta calificación,
insospechables e íntegros. Lo presidió Luis Brión, paisano y amigo íntimo del
indiciado. Pedro León Torres y Anzoátegui que habían combatido junto a Piar y
le debían sus graduaciones. Asimismo, Ucrós, Piñango, Francisco Conde y José
María Carreño eran soldados intachables y de alta moral, que al decir de muchos
historiadores no iban a dar su voto por complacer a Bolívar. Todos estaban
convencidos de que Piar constituía un
grave problema en el avance de la revolución. Durante el juicio Bolívar le
confió a Bermúdez: “Piar debió haberse
sometido, sin seguir armado, cuando vio
de bulto que el país, ni el ejército, seguían el crimen. Habría, tal vez,
ameritado el perdón pacífico del gobierno, y quedando así sofocada la sedición,
habría caído un manto sobre todo aquello”. Y siguió en estos términos: “Ojalá que si el Consejo aplica la pena
mayor, me abra camino, camino claro para la conmutación...”. Pero no, Piar
fue hallado culpable y sometido a la pena capital por insubordinación,
conspiración contra el orden y la tranquilidad pública, sedición y deserción,
y además fue degradado, aspecto este que
Bolívar no permitió. Además habían sido obtenidos en buena lid en una
trayectoria militar impecable que solo se empañó por los hechos suscitados y
comentados.
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